
La creciente desconfianza de los ciudadanos en la política y la democracia ha llevado a los gobiernos a implementar medidas destinadas a reactivar la participación cívica. Referendos y presupuestos participativos son algunas de las iniciativas que buscan involucrar a los ciudadanos en la toma de decisiones. Un estudio reciente de la politóloga Rosa Kindt, que se defenderá el 1 de abril en la Universidad de Radboud, revela que estas iniciativas están teniendo un impacto notable, especialmente entre los ciudadanos con inclinaciones populistas de derecha.
En el debate público, se habla frecuentemente de ciudadanos enojados y populistas que sienten que no se les escucha. Kindt señala que, aunque estos grupos claman por recuperar el poder de las élites, sus demandas son a menudo vagas. Existe una clara distinción en las percepciones de quiénes son «el pueblo» entre los diferentes espectros ideológicos. Mientras que los populistas de derecha tienden a definir este grupo de manera restrictiva, haciendo una clara separación entre «los neerlandeses étnicos» y los demás, los populistas de izquierda muestran una visión más inclusiva.
Innovaciones democráticas y legitimidad
Cada vez más gobiernos locales están experimentando con innovaciones democráticas, tales como presupuestos participativos, donde los ciudadanos deciden cómo se gasta una parte del presupuesto municipal, y referendos. El objetivo de estas iniciativas es aumentar la confianza en la democracia al colocar a los ciudadanos en el centro del proceso de toma de decisiones. Kindt ha encontrado que, contrariamente a lo que se podría pensar, la mayoría de los ciudadanos están satisfechos con su participación en estos encuentros, considerándolos una representación válida de la sociedad.
Los ciudadanos de tendencias populistas de derecha, que previamente habían expresado su inquietud sobre la posible participación de muchos no neerlandeses étnicos en estas reuniones, también mostraron experiencias positivas. Según Kindt, valoraron la oportunidad de compartir sus opiniones y sintieron que sus voces eran escuchadas. Este resultado es significativo, ya que sugiere que la desconfianza en la democracia a menudo se origina en la sensación de no ser escuchados.
A pesar del temor creciente hacia los sentimientos populistas, Kindt advierte contra la generalización de todos los populistas como un grupo homogéneo. Muchos de estos ciudadanos desean que la democracia represente mejor a una amplia gama de la población. Por lo tanto, su participación activa puede enriquecer el debate público y fortalecer la democracia local. La clave para abordar la frustración de estos ciudadanos radica en continuar involucrándolos en iniciativas cívicas, lo que podría fomentar su conexión con el sistema democrático.