
El ántrax, una enfermedad infecciosa provocada por la bacteria Bacillus anthracis, es tratable en sus primeras etapas. Sin embargo, una vez que la enfermedad avanza más allá del «punto de no retorno» en pocos días, los pacientes suelen tener un desenlace fatal. Un reciente estudio publicado en Nature Microbiology por investigadores de la Universidad de Pittsburgh ha revelado que un cóctel de factores de crecimiento puede revertir el daño celular que podría resultar letal en ratones infectados por ántrax, lo que sugiere que este enfoque podría adaptarse para su uso en pacientes en etapas avanzadas de la enfermedad.
El doctor Shihui Liu, autor principal del estudio y profesor asociado de medicina en la Escuela de Medicina de Pittsburgh, señala que aunque en Estados Unidos el número de muertes por ántrax es bajo, siempre persiste la preocupación de que esta bacteria pueda ser liberada a gran escala como arma biológica. “Los síntomas iniciales del ántrax son inespecíficos y similares a los de la gripe, lo que provoca que la enfermedad a menudo no se diagnostique hasta que es demasiado tarde para que los tratamientos actuales sean efectivos. Necesitamos nuevos enfoques para tratar esta etapa tardía de la enfermedad”, afirma Liu.
Impacto del tóxico del ántrax en el organismo
Cuando B. anthracis entra en el organismo a través de la inhalación, ingestión, inyección o contacto con la piel, produce dos proteínas que se combinan para formar un tóxico letal. En las primeras fases, el ántrax puede ser tratado con antibióticos que eliminan la bacteria o con anticuerpos que neutralizan el tóxico antes de que ingrese en las células. Sin embargo, una vez que el tóxico penetra en las células, inactiva a un grupo de enzimas conocidas como MEKs al cortar uno de sus extremos, interrumpiendo así las vías importantes que controlan y causando rápidamente daños celulares, tisulares y orgánicos masivos, resultando en la muerte.
Para investigar más sobre las funciones de las vías controladas por MEK en la toxicidad del ántrax, Liu y su equipo generaron ratones con MEKs modificados que eran resistentes a ser cortados por el tóxico letal. Estos incluyen MEK1 y MEK2, que controlan una vía llamada ERK involucrada en la división y supervivencia celular, así como MEK3 y MEK6, que regulan la vía p38, implicada en la defensa inducida por estrés. Al ser expuestos al tóxico letal o a B. anthracis, los ratones con MEK modificado mostraron una tasa de supervivencia mucho mayor que los animales normales, lo que indica que el ántrax debe inactivar tanto las vías ERK como p38 para acabar con su huésped.
En experimentos realizados con ratones y células humanas expuestas al tóxico letal o a B. anthracis, una combinación de tres factores de crecimiento —todos aprobados individualmente como tratamientos para otras condiciones— reactivó la vía ERK y logró recuperar las células del punto de no retorno. “Dado que el tóxico letal rompe las proteínas MEK al cortar sus extremos, pensamos que este daño celular era irreversible”, comenta Liu. “Así que nos sorprendió mucho encontrar que factores de crecimiento específicos podían reactivar la vía ERK y rescatar la célula”.
Los investigadores están ahora trabajando para optimizar un tratamiento para el ántrax en humanos, dado que diferentes tipos de células en el organismo pueden requerir distintos factores de crecimiento para activar la vía ERK.