
En un esfuerzo por abordar los crecientes problemas ambientales, más de 60 países están en conversaciones para establecer lo que sería el primer impuesto global sobre las emisiones del transporte marítimo. Este acuerdo, impulsado por naciones del Pacífico cuyas tierras están amenazadas por el cambio climático, busca imponer una tarifa a los buques comerciales por sus emisiones de gases de efecto invernadero.
La Organización Marítima Internacional (OMI), encargada de regular el transporte marítimo internacional, ha fijado como objetivo que el sector alcance emisiones netas cero de gases de efecto invernadero hacia 2050. En este sentido, la OMI se ha comprometido a promover el uso de combustibles con cero o casi cero emisiones. Actualmente, su Comité de Protección del Medio Marino está reunido en Londres para discutir nuevas regulaciones globales que fijarían un precio a las emisiones marítimas y establecerían un estándar de combustible más limpio.
El secretario general de la OMI, Arsenio Domínguez, ha manifestado la necesidad de que la industria realice esfuerzos significativos para reducir la contaminación por carbono. Según él, estas medidas no son meras aspiraciones climáticas, sino que se convertirán en requisitos obligatorios para los buques que operan a nivel global.
Implicaciones de un impuesto global
Las emisiones del sector marítimo han aumentado en la última década, representando alrededor del 3% del total global, según la ONU. Este incremento se debe, en parte, al tamaño de los buques, que han crecido considerablemente y utilizan grandes cantidades de fuel oil. En 2023, las naciones marítimas acordaron reducir estas emisiones, aunque algunos expertos criticaron el acuerdo por no establecer una fecha firme para 2050.
La implementación de una tarifa sencilla sobre las emisiones, junto con un estándar de combustible verde, ayudaría a reducir la diferencia de precios entre los combustibles fósiles y los combustibles ecológicos, como el hidrógeno o el metanol. Jesse Fahnestock, de la Global Maritime Forum, ha señalado que la transición del sector hacia combustibles más limpios no ocurrirá de manera autónoma y que se requieren inversiones inmediatas para construir una oferta de e-combustibles.
El futuro de un transporte marítimo limpio está en juego. Emma Fenton, directora de diplomacia climática en Opportunity Green, ha afirmado que un acuerdo significaría un momento de solidaridad en la lucha contra el cambio climático, estableciendo un marco global efectivo para abordar este problema internacional.
Sin embargo, la negociación no está exenta de desafíos. Algunos países, como China y Brasil, abogan por un modelo de comercio de créditos en lugar de una tarifa fija, donde los buques recibirían créditos por mantener sus emisiones por debajo de un objetivo establecido. Este enfoque podría permitir a los propietarios de barcos más adinerados eludir el pago de tarifas a través de la compra de créditos, lo que podría comprometer los objetivos climáticos.
El éxito de estas negociaciones podría enviar un poderoso mensaje sobre la transición ecológica en el sector marítimo y establecer un precedente para futuras acciones globales en la lucha contra el cambio climático. Las regulaciones propuestas pueden ser adoptadas formalmente en octubre y entrar en vigor en 2027, marcando un avance significativo hacia un futuro más sostenible en el transporte marítimo.