En el contexto actual del mercado automotriz estadounidense, se anticipa un notable aumento en los precios de los vehículos nuevos y usados debido a las recientes tarifas impuestas por el presidente Donald Trump. Según un análisis de la firma Cox Automotive, estas tarifas del 25% sobre los vehículos importados están configurando un panorama complicado para consumidores y fabricantes.
La firma estima que los nuevos gravámenes podrían añadir miles de dólares al costo de los automóviles, tanto importados como de producción nacional. Esto ocurre en un momento en que se espera una desaceleración en las ventas, lo que plantea interrogantes sobre la viabilidad de la estrategia tarifaria del gobierno estadounidense.
Impacto de las Tarifas en el Mercado Automotriz
Jonathan Smoke, economista jefe de Cox Automotive, ha descrito el mercado automotriz como una «montaña rusa», donde la demanda oscila en función del entorno regulatorio del país y de la incertidumbre económica. Las empresas automotrices han comenzado a reaccionar ante estas tarifas de diversas maneras. Fabricantes como Ford y Stellantis han implementado ofertas temporales de precios para empleados, mientras que marcas como Jaguar Land Rover han suspendido sus envíos a Estados Unidos.
Las proyecciones indican que los vehículos importados sufrirán un aumento de aproximadamente $6,000 debido a las tarifas, mientras que los vehículos ensamblados en EE. UU. podrían ver un incremento de $3,600 a causa de los gravámenes sobre piezas automotrices que se implementarán en breve. Esta situación se agrava por los aumentos ya establecidos en el acero y el aluminio, que rondan entre $300 y $500.
A pesar de que las tarifas no afectan directamente las ventas de vehículos usados, los cambios en los precios y la producción de vehículos nuevos repercuten en el mercado de vehículos de segunda mano, que es el método de compra más común entre los estadounidenses. Cox Automotive prevé que los precios mayoristas de los vehículos usados aumenten entre un 2.1% y un 2.8% para finales de este año, en comparación con una estimación anterior de estabilidad. Actualmente, el precio medio de un vehículo usado ronda los $25,000.
Las empresas automotrices podrían absorber parcialmente estos aumentos de costos, pero se espera que la mayoría los trasladen a los consumidores. Esto plantea una pregunta crítica sobre la capacidad de la clase media estadounidense para hacer frente a estos cambios, en un contexto de creciente presión económica.
A medida que los fabricantes ajustan su producción y algunos deciden cesar importaciones, el efecto combinado de las tarifas podría reducir significativamente la demanda de vehículos, lo que, en última instancia, podría moderar el aumento de precios en el mercado de vehículos usados. La situación actual recuerda a los desafíos previos que enfrentó la industria durante la pandemia de COVID-19, donde se observó una alta volatilidad en los precios debido a la combinación de una demanda robusta y una oferta limitada.
