
En los pasillos de las universidades y laboratorios de investigación de Estados Unidos, un tema se ha convertido en el centro de atención: la posibilidad de mudarse al extranjero. Este fenómeno ha cobrado fuerza a medida que la administración de Donald Trump ha intensificado su control sobre el ámbito académico, generando inquietud entre investigadores y estudiantes.
El debate se avivó tras el anuncio del profesor de filosofía de Yale, Jason Stanley, especialista en fascismo, quien decidió aceptar un nuevo puesto en Canadá, citando la deriva «autoritario» del gobierno de Trump. «Tomé la decisión en un segundo», declaró a CBS News, refiriéndose a la presión que enfrenta Columbia University, que ha negociado con la administración Trump para limitar las protestas pro-Palestina a cambio de evitar recortes significativos en su financiación.
La preocupación por la libertad académica se ha expandido, con más del 75% de los científicos considerando abandonar el país debido a las políticas del presidente, según una encuesta de más de 1.600 personas publicada por la revista Nature. Este fenómeno es especialmente marcado entre los investigadores de carrera temprana, quienes ven su futuro en riesgo.
Un clima de incertidumbre
Daniella Fodera, estudiante de doctorado en Columbia, cuya beca de investigación fue cancelada, expresó que «la gente está asustada». A medida que la incertidumbre se apodera del sector académico, varias instituciones han implementado congelaciones en las contrataciones y han reducido las posiciones para estudiantes de posgrado, lo que está afectando gravemente la formación de nuevas generaciones de investigadores.
Karen Sfanos, directora de un laboratorio de investigación en la Universidad Johns Hopkins, describió la situación como «surrealista» debido a la falta de claridad sobre el futuro de la financiación. «Las cosas están cambiando día a día», afirmó, subrayando que los más jóvenes están siendo los más afectados.
Con el aumento de las inquietudes entre los investigadores estadounidenses, universidades en Europa y Canadá han comenzado a implementar iniciativas para atraer talento. «Conozco a investigadores que ya tienen doble nacionalidad o que tienen familia en Canadá, Francia o Alemania, que están considerando vivir en Alemania durante los próximos años para continuar su investigación», comentó Gwen Nichols, líder de un grupo de investigación de cáncer de sangre.
El posible éxodo de investigadores podría tener consecuencias a largo plazo para Estados Unidos, que podría perder su estatus como líder mundial en innovación biotecnológica. «Veremos el problema dentro de diez años, cuando no tengamos la innovación que necesitamos», advirtió una experta en el campo. Este sentimiento es compartido por otros, como el genetista JP Flores, quien señaló que «se vuelve evidente que habrá una gran fuga de cerebros en la investigación americana».
Una joven investigadora del clima, que prefirió permanecer en el anonimato, mencionó que ha comenzado el proceso para obtener la ciudadanía de la UE, y que sus colegas en Europa han mostrado una gran solidaridad con la difícil situación que enfrentan. Sin embargo, advirtió que los graduados recientes con recursos limitados son los menos propensos a ser contratados por instituciones europeas, lo que podría llevar a algunos a abandonar la ciencia por completo, lo que ella califica de «pérdida generacional para la ciencia en todas las disciplinas».