
Un nuevo estudio liderado por investigadores de la Universidad Estatal de Pensilvania y la American Bird Conservancy ha revisado las observaciones clásicas del ecólogo Robert MacArthur sobre la coexistencia de especies de paridos en los bosques de Nueva York. Este análisis, que aparece en la revista Biology Letters, utiliza técnicas modernas para profundizar en la complejidad de cómo estas aves, que son similares en su ecología y dieta, logran vivir juntas en el mismo hábitat.
MacArthur, en su trabajo seminal de 1958, propuso que cinco especies de paridos podían coexistir en los mismos árboles al forrajear en diferentes partes de estos. Sin embargo, el nuevo estudio sugiere que la realidad es más matizada de lo que él había descrito. Los investigadores han analizado comportamientos de forrajeo, características físicas y la dieta de 13 especies de paridos, lo que les ha permitido obtener una visión más clara sobre el uso del hábitat por parte de estas aves.
Un enfoque moderno para comprender la coexistencia
En el contexto de la ecología, existe un principio básico que establece que dos especies que compiten por los mismos recursos no pueden coexistir indefinidamente. En su investigación, el equipo de Penn State ha utilizado métodos moleculares y una perspectiva evolutiva que no estaban disponibles en la época de MacArthur. Esto ha permitido no solo cuantificar la dieta de las aves, sino también entender cómo esta se ha visto influenciada por la competencia a lo largo de su historia evolutiva.
Durante más de 20 años, los investigadores observaron el comportamiento de forrajeo de las aves, recogiendo información sobre su altura en el árbol, la densidad de la vegetación y la distancia desde el tronco al buscar alimento. Además, recolectaron muestras fecales en cinco veranos para analizar el contenido de su dieta, que se compone de insectos y arañas. Este enfoque ha revelado que, aunque hay diferencias en el comportamiento de forrajeo entre las especies, las diferencias en la dieta son más sutiles de lo que se pensaba.
Según el profesor David Toews, coautor del estudio, aunque las aves forrajean en diferentes áreas del árbol, esto no se traduce necesariamente en que consuman dietas radicalmente distintas. De hecho, se encontró que especies estrechamente relacionadas tienen dietas más similares, lo que sugiere que el énfasis de MacArthur en la dieta como principal factor de separación podría no ser del todo acertado.
La investigación también ha puesto de manifiesto que más del 75% de las muestras fecales contenían el insecto más común en la zona, un snipefly, y más de la mitad contenían un escarabajo de hojas invasor. Esto indica que las aves son oportunistas en su forrajeo y que, aunque sus comportamientos de búsqueda de alimento son diferentes, compiten menos por la dieta de lo que se creía anteriormente.
Los investigadores concluyen que, aunque la coexistencia de estas aves es resultado de la competencia, los factores que han influido en su evolución pueden ser más complejos y estar relacionados con otros aspectos de su ecología, incluyendo las condiciones que enfrentan durante su migración a América Central y del Sur.
Este estudio no solo enriquece nuestra comprensión de las dinámicas de la vida silvestre, sino que también pone de relieve la importancia de la investigación científica continua en la conservación de especies, especialmente en un momento en que la biodiversidad enfrenta desafíos sin precedentes a nivel global.