
El Festival Coachella, que atrae a miles de fans cada abril a la desértica Indio, California, ha sido objeto de críticas en los últimos años debido a su transformación en un escaparate de influencers y extravagancias. Sin embargo, en 2025, el evento parece haber dado un giro hacia lo musical, con actuaciones que han acaparado la atención mediática y generado numerosos contenidos virales en las redes sociales.
Las críticas hacia los influencers, que son objeto de burla por sus atuendos patrocinados y lujosos, siguen presentes, pero este año se han visto eclipsadas por las actuaciones de grandes artistas que han ofrecido espectáculos memorables. Lady Gaga, por ejemplo, regresó a su estilo pop deslumbrante, mientras que Charli XCX sorprendió al público con invitados inesperados, reviviendo la energía de una era pasada. Post Malone también generó conversación con su giro hacia el country, y artistas como Missy Elliot y Green Day evocaron la nostalgia con sus actuaciones enérgicas.
A diferencia de las preocupaciones de ventas de entradas de 2024, más del 60% de los asistentes de este año, que se estimaron en más de 80,000, utilizaron planes de pago para financiar su entrada. Esto refleja tanto el aumento en los costos de los eventos musicales como la pasión de los fans por vivir la experiencia de ver a sus artistas favoritos en vivo. Además, los artistas de este año gozaron de un 24% más de reproducciones globales en Spotify en comparación con el año anterior, lo que contribuyó a la alta demanda.
Desde la pandemia, Coachella ha servido como un punto de encuentro para la socialización, permitiendo a la gente mostrar sus experiencias en las redes sociales. El evento, que anteriormente era considerado como un «evento de trabajo para influencers», ha evolucionado en 2025 hacia una especie de peregrinación para los verdaderos aficionados a la música, que están dispuestos a soportar horas de tráfico y el calor abrasador para disfrutar de sus artistas favoritos.
Por su parte, otros festivales podrían tomar nota de esta tendencia. Artistas pop como Sabrina Carpenter, Olivia Rodrigo y Gracie Abrams han comenzado a asumir roles protagónicos en eventos de gran envergadura, rompiendo con la tradicional dominación masculina en el ámbito musical. Este cambio podría marcar un regreso al enfoque en el talento musical, alejándose de la cultura de los influencers que ha dominado en años anteriores.
Aunque es difícil igualar el impacto de actuaciones icónicas como la de Beyoncé en 2018, la influencia de su presentación ha comenzado a ser vista como algo que inspira en lugar de intimidar. Este año, aunque la presencia de celebridades sigue siendo notoria, los influencers parecen haber tenido menos impacto en el ambiente general del festival. Los vídeos más populares en TikTok de esta edición se centraron en las actuaciones y las sorpresas de los artistas, en lugar de en la moda de los asistentes.
A pesar de los avances, algunos críticos han expresado su preocupación por la atmósfera del festival. El comediante Reggie Watts, por ejemplo, ha señalado que la «alma» del evento parece cada vez más ausente. Muchos asistentes han coincidido en que no hay un sentido palpable de conexión o amor hacia el público, lo que ha llevado a una crítica generalizada sobre la falta de energía entre la multitud, tanto en el lugar como en la transmisión en línea.
Si bien el festival se mantiene como un evento musical, la necesidad de estar presente y compartir la experiencia en redes sociales sigue siendo un factor clave para las ventas de entradas. La tendencia de las redes sociales, impulsada por la búsqueda de la aspiración, indica que mientras haya dinero en juego, tanto las marcas como los influencers seguirán formando parte del paisaje de Coachella, donde los fans y artistas aún tienen la oportunidad de dejar su huella en las próximas ediciones.