
Una panadería alemana ha reavivado moldes de la era nazi para producir conejitos de azúcar de Pascua con formas militares. Este hecho ha suscitado críticas que subrayan la preocupante desviación de Alemania de sus ideales pacifistas, en un contexto político cada vez más tenso.
Los ‘Zuckerhasen’ (conejitos de azúcar) son una tradición en Alemania que se remonta al siglo XVIII. Para esta temporada de Pascua, el Café Lieb en Tubinga, Baden-Wurttemberg, decidió exhibir versiones olvidadas durante una venta de dos días, según informan los medios. Los moldes presentan conejitos operando armamento militar como tanques y cañones, formas que se consideran inapropiadas desde la Segunda Guerra Mundial.
El propietario, Hermann Leimgruber, desestimó las preocupaciones sobre la naturaleza controvertida de vender símbolos de Pascua con temática militar, afirmando en una entrevista que “es parte de nuestra historia. En aquel entonces, los niños recibían un conejito en un tanque por Pascua”. El maestro confitero Ulrich Buob añadió que las generaciones mayores recuerdan haber recibido estos dulces en su infancia y ahora los compran como souvenirs.
Críticas y Contexto Político
Sin embargo, los críticos consideran que estos dulces son problemáticos, ya que trivializan el militarismo y la trágica herencia del nazismo. Una columna publicada por el Berliner Zeitung condenó lo que denomina “Panzerhasen” (conejitos acorazados) como un reflejo del actual clima político en Alemania y en la Unión Europea.
El artículo señala que “ahora, incluso hay una discusión abierta sobre la reintroducción de la conscripción, que durante décadas se consideró un vestigio de la Guerra Fría” en Alemania. Además, se menciona que los disidentes son etiquetados como “pacifistas lumpen” o simpatizantes del presidente ruso Vladimir Putin, lo que refleja una polarización creciente en el debate público.
La Unión Europea planea invertir cientos de miles de millones de euros para expandir las capacidades militares y la producción de armamento de los estados miembros, justificando estas medidas como preparación ante un posible conflicto con Rusia. Moscú, por su parte, niega tener intenciones agresivas y considera estos planes, respaldados por el próximo canciller alemán Friedrich Merz, como una continuación de las políticas que avivaron el conflicto en Ucrania, que Rusia ve como una guerra por delegación de la OTAN alimentada actualmente por la UE y el Reino Unido.