
En los últimos años, el debate sobre la desigualdad en el proceso de admisión a las universidades ha centrado su atención en el uso de pruebas estandarizadas como el SAT. Sin embargo, poco se ha discutido acerca de otro aspecto crucial de la solicitud universitaria: la lista de actividades extracurriculares. Un nuevo estudio realizado por Dominique Baker, profesora asociada de la Universidad de Delaware, arroja luz sobre esta cuestión y propone formas de garantizar que todos los estudiantes tengan una oportunidad equitativa para demostrar su potencial académico y de liderazgo.
En colaboración con colegas de varias universidades y organizaciones como el Common App y el College Admissions Futures Co-Laborative, Baker analizó las descripciones de actividades extracurriculares en más de 6 millones de solicitudes de Common App utilizando procesamiento de lenguaje natural. Los hallazgos revelaron que los estudiantes blancos, asiáticos, de familias adineradas y de colegios privados reportaron más actividades, roles de liderazgo de alto nivel y logros distintivos que sus compañeros de otros grupos raciales, étnicos y socioeconómicos. Sin embargo, aunque los estudiantes de minorías subrepresentadas listaron menos actividades y roles de liderazgo, informaron proporciones similares de roles de liderazgo de alto nivel en comparación con sus pares blancos y asiático-americanos.
Baker enfatiza que no todos los estudiantes pueden inscribirse en múltiples actividades extracurriculares debido a diversas circunstancias, incluyendo la necesidad de trabajar para apoyar a sus familias. Esta realidad sugiere que el actual sistema de admisión podría estar favoreciendo a ciertos grupos sobre otros, perpetuando así las desigualdades existentes.
Recomendaciones para un proceso de admisión más equitativo
Con base en los patrones revelados por su investigación, Baker y sus colegas presentan varias recomendaciones que podrían ayudar a las organizaciones, como el Common App, y a las oficinas de admisión a crear un proceso más equitativo:
1. Reducir el número de actividades reportadas: Proponen reducir el número máximo de actividades que los estudiantes pueden listar en sus solicitudes, de diez a cuatro o cinco. Fomentar que los evaluadores se centren en la calidad y la intensidad de la participación, en lugar de la cantidad, podría nivelar el campo de juego para aquellos que no tienen la oportunidad de participar en numerosas actividades.
2. Considerar factores contextuales: Baker sugiere una formación formal para el personal de admisiones que les ayude a hacer evaluaciones justas. Esto incluye la consideración de factores de oportunidad y dificultades personales al evaluar las solicitudes, lo que permitiría una comprensión más completa del contexto de cada solicitante.
3. Comprender actividades especializadas: Por último, es esencial que el personal de admisiones discuta cómo se valoran las actividades especializadas, como ciertos deportes, que requieren una inversión financiera considerable. Este entendimiento permitiría a los profesionales de admisiones ir más allá de una simple contabilización de actividades y adoptar una perspectiva más matizada sobre las trayectorias educativas de los estudiantes.
Las recomendaciones de este estudio son respaldadas por profesionales que trabajan en el reclutamiento de estudiantes, quienes observan de primera mano cómo las barreras estructurales impactan la capacidad de los estudiantes para mostrar su talento. La adopción de un proceso de revisión más holístico que valore experiencias vividas y resiliencia podría ser un paso significativo hacia la equidad en las admisiones universitarias.