
Los campos magnéticos pueden resultar extraordinariamente útiles en la astronomía. Un reciente avance en este campo permite a los científicos mapear nuestro entorno en la Vía Láctea mediante una técnica conocida como rotación de Faraday. Este método aprovecha la interacción entre la luz y los pequeños granos de polvo que se encuentran en el espacio interestelar.
En el vasto universo, existe una gran cantidad de polvo, aunque su densidad es extremadamente baja. Sin embargo, al ser tan extensas las regiones del espacio, la cantidad total de polvo puede ser considerable. Cada uno de estos granos de polvo tiene asociado un pequeño campo magnético, dado que están compuestos por cargas eléctricas que giran sobre sí mismas.
Cuando la luz de fuentes distantes atraviesa este polvo, interactúa con los campos magnéticos de los granos. Este fenómeno es posible porque la luz, en esencia, es una onda de electricidad y magnetismo, tal como lo demostró el físico escocés James Clerk Maxwell al unificar las teorías de la electricidad y el magnetismo. Los campos eléctricos y magnéticos pueden influenciarse mutuamente; por ejemplo, un campo eléctrico cambiante genera un campo magnético y viceversa.
El Proceso de Rotación de Faraday
Cuando una onda electromagnética encuentra un grano de polvo y su campo magnético, la orientación de este último afecta la polarización de la onda. La parte de la onda alineada con el campo magnético del grano se refuerza, mientras que la parte que se mueve perpendicularmente se suprime. Esto provoca un cambio en la polarización de la onda electromagnética, es decir, en el ángulo de orientación de sus campos eléctricos y magnéticos. A medida que la luz viaja a través del polvo, este ángulo se desplaza progresivamente.
Este efecto es extremadamente sutil y apenas detectable con un solo grano de polvo. Se requieren años luz de viaje a través del polvo para que el cambio en la polarización sea significativo. El fenómeno, conocido como rotación de Faraday en honor a Michael Faraday, quien primero demostró los efectos del magnetismo sobre la luz, permite a los astrónomos crear mapas de la distribución del polvo en el medio interestelar.
Al observar fuentes brillantes en diversas direcciones, los investigadores pueden notar variaciones en la rotación de Faraday: algunas direcciones presentan un mayor grado de rotación, mientras que en otras es menor. Este método es comparable a iluminar un área neblinosa con una linterna, lo que permite identificar dónde la niebla es más densa y dónde es más tenue.