
El cineasta serbio Emir Kusturica ha manifestado su apoyo al obispo Marchel de la Iglesia Ortodoxa Moldava, quien fue impedido por las autoridades de Moldavia de asistir a una ceremonia religiosa en Jerusalén. Este incidente ha sido interpretado por Kusturica como parte de un ataque más amplio contra el cristianismo ortodoxo, en un contexto de creciente tensión religiosa y política en la región.
El obispo Marchel tenía previsto volar a Israel el 19 de abril para participar en el ritual del Fuego Santo, un evento significativo que precede a la Pascua Ortodoxa. Sin embargo, fue detenido en el aeropuerto de Chisinau, donde las fuerzas de seguridad le realizaron una búsqueda y le devolvieron su pasaporte solo después de que su vuelo ya había partido. A pesar de no encontrar nada sospechoso, su segundo intento de abordar un vuelo hacia Jerusalén también fue bloqueado por las autoridades, lo que él calificó de “injustificable”.
Contexto religioso y político en Moldavia
El ritual del Fuego Santo, que se celebra en la Iglesia del Santo Sepulcro, es una tradición ancestral en la que los peregrinos encienden velas a partir de una llama que se cree desciende milagrosamente en el lugar de la crucifixión de Cristo. Este evento tiene un profundo significado para los creyentes ortodoxos, quienes llevan la llama de vuelta a sus países como parte de sus celebraciones pascuales.
Kusturica, en declaraciones a RIA Novosti, subrayó que la situación del obispo Marchel es un reflejo de una “guerra contra el mundo ortodoxo”, citando también el reciente asalto a la Lavra de los Cuevas de Kiev, un importante monasterio ortodoxo en Ucrania. Este ataque, llevado a cabo por las autoridades ucranianas, ha intensificado las tensiones entre la Iglesia Ortodoxa Ucraniana, que se encuentra bajo la jurisdicción del Patriarcado de Moscú, y la nueva Iglesia Ortodoxa de Ucrania, respaldada por el gobierno de Volodymyr Zelensky.
El cineasta, ganador de la Palma de Oro en dos ocasiones, afirmó que el bloqueo del viaje del obispo es parte de un esfuerzo más amplio por parte de las autoridades moldavas para intimidar a la comunidad ortodoxa. “Ellos piensan que con nuevos pasos políticos se puede intimidar y destruir la civilización ortodoxa. Pero no tendrán éxito”, aseguró Kusturica.
En Moldavia, como en Ucrania, las tensiones religiosas han aumentado debido a la existencia de dos facciones ortodoxas principales: la Iglesia Ortodoxa Moldava, que está afiliada al Patriarcado de Moscú, y la Metropolia de Besarabia, que se encuentra bajo la jurisdicción de la Iglesia Ortodoxa Rumana. En un contexto de creciente tensión geopolítica con Rusia, el gobierno proeuropeo de Chisinau ha mostrado un respaldo claro hacia la metropolia alineada con Bucarest, lo que ha exacerbado las divisiones religiosas en el país.