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Las energías renovables, clave para la justicia social y el desarrollo económico en países en desarrollo

In Sin categoría
abril 22, 2025

A medida que continúan surgiendo evidencias que demuestran que los impactos del cambio climático afectan de manera desproporcionada a las comunidades más desfavorecidas en todo el mundo, también se han documentado casos en los que estas mismas comunidades asumen costos desproporcionados para implementar soluciones climáticas. Sin embargo, un nuevo estudio liderado por la Universidad de Michigan ofrece razones para el optimismo en este contexto.

La investigación, publicada en la revista Proceedings of the National Academy of Sciences, revela que no todo es desesperanza. Según Peter Reich, profesor de la Escuela de Medio Ambiente y Sostenibilidad de la U-M y director del Instituto de Biología del Cambio Global, hay ejemplos de países de ingresos bajos y medios que han comenzado a descarbonizarse mediante inversiones en energías renovables y mejoras en la eficiencia energética. Estos países están logrando reducir sus emisiones al mismo tiempo que disminuyen la desigualdad de ingresos y mejoran el bienestar de sus poblaciones.

No obstante, el profesor Reich advierte que también hay muchos casos donde las comunidades vulnerables experimentan consecuencias negativas debido a las inversiones en energías renovables. Un ejemplo claro son los pueblos indígenas que han sido desplazados para construir represas hidroeléctricas. Este tipo de injusticias ha inspirado el estudio, que busca analizar de manera sistemática cómo se interrelacionan los impactos del cambio climático, las estrategias de mitigación y las consideraciones de justicia social, como la distribución de la riqueza y la salud pública.

Análisis de datos y justicia climática

El equipo de investigación se propuso extraer conocimientos más amplios al reunir informes individuales bajo un marco analítico comprensivo. Aunque el estudio muestra que ciertos países se desempeñan mejor que otros en diferentes métricas, su objetivo no es clasificar o criticar, sino responder a una pregunta fundamental: ¿existe evidencia de que es posible construir políticas e infraestructuras sostenibles de manera justa?

Reich enfatiza que la inequidad puede surgir de las acciones de mitigación en sí, lo que a menudo puede tener un efecto perverso y ralentizar la adopción más amplia de estrategias de mitigación. Esto ha contribuido a la creencia errónea de que pedir a los países más pobres que se muevan hacia las energías renovables implica un sacrificio para sus poblaciones. Sin embargo, no existe evidencia consistente que sugiera que la transición a la energía renovable tenga efectos negativos generales para los países más pobres o sus ciudadanos. Por el contrario, hay casos donde la inversión en energías renovables ha resultado beneficioso, reduciendo la contaminación y ralentizando el cambio climático, lo que se traduce en un «ganar-ganar-ganar».

El estudio identifica trece países de ingresos bajos y medios que han aumentado su despliegue de energías renovables mientras incrementaban su ingreso promedio y su producto interno bruto per cápita en los últimos 30 años. Estos países también han visto disminuir sus emisiones y su índice de Gini, que mide la desigualdad.

A pesar de estos hallazgos positivos, Reich subraya que esto no exime a los países ricos, como Estados Unidos, de la responsabilidad de trabajar más arduamente para descarbonizarse y alcanzar los objetivos climáticos internacionales. Asegura que los datos económicos impulsarán a estos países a actuar, ya que cada década que se retrasa la acción climática incrementa exponencialmente los costos de los daños relacionados con el cambio climático y reduce el costo de las energías renovables.

El optimismo del profesor Reich no es ingenuo. Reconoce que la comunidad internacional no ha resuelto este problema y no lo hará de la noche a la mañana, pero sostiene que es posible ralentizar e incluso detener el cambio climático mientras se ahorra dinero y se mejora la justicia ambiental.

Este trabajo de investigación también cuenta con la colaboración de Kathryn Grace de la Universidad de Minnesota, Narini Nagendra de la Universidad Azim Premji en India y Arun Agrawal de la Universidad de Notre Dame, quien es también profesor emérito en SEAS.

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