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La falacia del juego responsable: ¿una cortina de humo para las adicciones?

In Sin categoría
abril 23, 2025

Las recientes investigaciones y comisiones reales sobre los grupos de casinos Crown y Star han generado un considerable interés mediático, principalmente centrado en el lavado de dinero y otras ilegalidades. Sin embargo, un aspecto igualmente preocupante ha emergido: la explotación de personas vulnerables por parte de estas entidades. La Comisión Real de Victoria encontró pruebas generalizadas que indican que Crown se aprovechó de individuos en situaciones de desventaja.

El marco de ‘juego responsable’

Los operadores de juegos de azar suelen adherirse a un sistema de supuesta minimización de daños conocido como «juego responsable». En teoría, esto implica que los operadores deben adoptar e implementar un «código de práctica de juego responsable», diseñado para proteger a las personas de los daños asociados con el juego. Sin embargo, las críticas han sido contundentes, como lo expresó el Comisionado Real Ray Finkelstein durante la investigación de Crown en Victoria: «Crown Melbourne se ha presentado durante años como poseedor del mejor enfoque mundial sobre el juego problemático. Nada puede estar más lejos de la verdad.»

Desafortunadamente, las observaciones de Finkelstein sobre Crown podrían aplicarse a la mayoría de los operadores de juegos de azar. El marco de juego responsable fue desarrollado por los propios operadores como una forma de desviar la atención de los daños serios que el juego puede causar. Este concepto se consolidó en 2004 por un grupo de investigadores en Reno, Nevada, que argumentaron que la decisión de jugar debería ser una elección personal, sin interferencias externas.

Hoy en día, el juego responsable se ha consolidado en leyes y prácticas, siendo el marco predominante que utilizan los operadores de juegos, los gobiernos y los reguladores para ocultar las desventajas del juego. Este enfoque presenta el daño del juego como un problema que afecta a una minoría de personas, los llamados jugadores problemáticos, desviando la atención de las condiciones del entorno donde el juego está disponible y de la naturaleza de los productos de juego.

En el ámbito del marketing de apuestas, el ecosistema de juego australiano ha logrado, de manera efectiva, evitar prohibiciones o regulaciones más estrictas en años recientes. La influencia de este conglomerado de actores con intereses propios es difícil de sobreestimar. A nivel de los locales de juego, las intervenciones de juego responsable incluyen señalización, referencias a consejería y lemas como «juega de manera responsable». Sin embargo, la evidencia sugiere que estas medidas son poco efectivas y, en su mayoría, carecen de fundamento empírico.

Las intervenciones propuestas, como el autoexclusión, permiten a las personas (o, en algunos estados, a sus familiares) prohibirse a sí mismos el acceso a ciertos locales de juego. Aunque esto parece una buena idea en teoría, su implementación en la práctica suele ser deficiente. Además, quienes optan por la autoexclusión son una minoría entre aquellos con problemas de juego y, a menudo, solo lo hacen cuando ya han tocado fondo, lo que limita su efectividad preventiva.

La otra gran intervención en el coda del juego responsable es el tratamiento. Aunque los servicios de tratamiento de juego están disponibles y son gratuitos, menos del 10% de aquellos que podrían beneficiarse realmente buscan ayuda. Las altas tasas de abandono en la consejería están, en parte, vinculadas a la vergüenza y el estigma asociados con los trastornos de juego, que son comúnmente reportados por quienes luchan con estos problemas.

El enfoque del juego responsable tiende a culpar a las personas por sus problemas, sugiriendo que los jugadores problemáticos son superados en número por los «jugadores responsables», lo que desvía la atención de la naturaleza altamente adictiva de muchos productos de juego. A su vez, este enfoque exime a los operadores de su responsabilidad, permitiéndoles mantener sus ingresos mientras estigmatizan a quienes sufren las consecuencias del juego.

Para abordar el daño causado por el juego, es fundamental adoptar una perspectiva de salud pública. La salud pública se centra en la prevención, y la intervención preventiva más efectiva conocida hasta la fecha es el sistema de precompromiso, que utiliza tecnología para permitir que las personas establezcan límites en la cantidad de dinero que desean apostar. Este enfoque permite tomar decisiones fuera del estado mental que los jugadores describen como «la zona», donde la capacidad de tomar decisiones racionales está limitada.

Los sistemas de precompromiso y de pago sin efectivo están empezando a ser obligatorios en casinos de Nueva Gales del Sur y Victoria, y pronto en Queensland, como se recomendó en las investigaciones de Crown y Star. Aunque estos son pasos bienvenidos, es evidente que se requiere mucho más para mitigar los daños que el juego causa a la sociedad.

La noción de juego responsable ha permitido a los operadores autorregularse y culpar a los individuos por las prácticas de juego dañinas. Al mismo tiempo, ha hecho que las empresas de juego sean extraordinariamente rentables, a costa de cientos de miles de personas y sus familias. Es urgente replantear este mantra y adoptar intervenciones efectivas que prevengan el daño, lo que sin duda contribuiría a reducir drásticamente el impacto negativo del juego en nuestra sociedad.

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