
En el ámbito empresarial, pocos términos generan tanto desasosiego entre los directivos como el de «accionista activista». En el último año, fondos de inversión como Elliott Investment Management han presionado con éxito a empresas de renombre como Starbucks y Southwest Airlines para que realicen cambios significativos en sus juntas directivas y operaciones.
Sin embargo, existe otro tipo de accionista activista que está ganando protagonismo, según Jonathan Cohn, profesor asociado de finanzas en la Universidad de Texas McCombs. Este nuevo perfil es el de los «cuasi-insiders», es decir, exlíderes, como antiguos directores ejecutivos, directores o fundadores, que han dejado la empresa por diversas razones pero aún poseen una cantidad considerable de acciones. Su conocimiento íntimo de la empresa les otorga una ventaja estratégica en sus campañas.
En su reciente investigación, Cohn ha demostrado que las campañas de los cuasi-insiders son sorprendentemente comunes y efectivas. El estudio titulado “Activismo Accionista Cuasi-Insider: Gobernanza Corporativa en la Periferia del Control”, publicado en The Review of Corporate Finance Studies, destaca la frecuencia de estas intervenciones.
Frecuencia y Efectividad de las Campañas
Con la colaboración de Mitch Towner y Aazam Virani, ambos de la Universidad de Arizona, Cohn analizó un amplio conjunto de datos sobre activismo accionista y presentaciones financieras federales. Los hallazgos son reveladores:
- Frecuencia de campañas: Entre 1995 y 2021, 327 cuasi-insiders participaron en aproximadamente 280 campañas públicas.
- Perfiles destacados: De los 327, cerca del 38% eran antiguos directores ejecutivos, el 30% fundadores de la empresa y el 21% exdirectores.
- Éxito de las campañas: El 43% de las campañas logró su objetivo principal, como obtener el control de la junta directiva de la empresa objetivo, una tasa que Cohn califica de «notablemente alta».
- Aprobación de Wall Street: Las empresas objeto de las campañas vieron un aumento medio de sus acciones del 3.9% desde el día anterior al anuncio de la campaña hasta diez días después.
Si bien Cohn señala que los impactos a largo plazo sobre la rentabilidad son difíciles de cuantificar, no encontró indicios de que estas campañas causaran daños financieros a las empresas involucradas.
A diferencia de inversores de alto perfil como Elliott, los cuasi-insiders suelen dirigir su atención hacia empresas más pequeñas que enfrentan problemas financieros. Cohn sugiere que los fondos de cobertura pueden no encontrar rentable invertir en este tipo de empresas, lo que abre un espacio para que los cuasi-insiders asuman un papel activista. Entre los nombres más destacados mencionados en su estudio se encuentran Humana, Hewlett-Packard y Darden Restaurants.
Un ejemplo más típico es el de Destiny Media Technologies, una empresa de medios en Internet que, tras despedir a su fundador como director ejecutivo en 2017, vio cómo este se postulaba nuevamente para el consejo, argumentando que había sido despedido injustamente y que la actual dirección estaba fallando. Sin embargo, su esfuerzo resultó infructuoso.
Según Cohn, aunque no está claro a partir de los datos, existe la sospecha de que estas campañas se basan más en conflictos de personalidades que en diferencias ideológicas. Los directores ejecutivos de empresas que cotizan en bolsa suelen tener egos grandes, lo que puede llevar a que estas disidencias sean más sobre «yo puedo gestionar esta empresa mejor que tú» que sobre propuestas concretas. Para mitigar los riesgos de las campañas de cuasi-insiders, Cohn sugiere que las empresas despersonalicen los conflictos y mantengan cerca a aquellos que fueron influyentes en la empresa en el pasado, ya que sus ideas pueden ser valiosas.