
En los últimos días, Newark Liberty International Airport ha sido escenario de una serie de incidentes que han puesto de relieve las deficiencias en la infraestructura aérea de Estados Unidos. La Asociación Nacional de Controladores de Tráfico Aéreo (NATCA) informó que el pasado 28 de abril, los controladores de tráfico aéreo perdieron temporalmente el contacto con las aeronaves que operaban en el aeropuerto, lo que resultó en más de 1,500 retrasos en los vuelos.
Este fallo en los equipos, que se suma a una creciente preocupación en torno a la antigüedad de la infraestructura de aviación estadounidense, ha llevado a que muchos controladores se tomen tiempo libre para recuperarse del estrés generado por esta situación. Según la Administración Federal de Aviación (FAA), las carencias en el personal han agravado la situación, y se ha revelado que más del 20% de los controladores de Newark se ausentaron de sus puestos de trabajo en medio de la crisis.
Reacciones y medidas ante la crisis
United Airlines ha decidido reducir su programación, eliminando 35 vuelos diarios desde su hub en el área de Nueva York, buscando así aliviar la presión sobre un sistema ya colapsado. El CEO de la compañía, Scott Kirby, ha señalado que la falta crónica de personal en este centro de control ha hecho evidente que Newark no puede manejar el volumen actual de tráfico aéreo.
La FAA ha reconocido que la infraestructura de control de tráfico aéreo está obsoleta y ha prometido implementar un nuevo sistema que sea más efectivo en la gestión del tráfico aéreo actual. Sin embargo, este anuncio llega en un contexto donde los problemas de personal y tecnología han sido evidentes durante años, lo que subraya la falta de atención prioritaria a este sector crucial.
El Secretario de Transporte de EE. UU., Sean Duffy, ha visitado recientemente las instalaciones de Filadelfia, que supervisan Newark, y ha enfatizado la necesidad de modernizar el sistema de control de tráfico aéreo. No obstante, tanto la FAA como los responsables del aeropuerto han indicado que, a pesar de los problemas tecnológicos, el sistema actual sigue siendo seguro, lo que ha generado cierta controversia sobre la efectividad de las afirmaciones oficiales.
El Gobernador de Nueva Jersey, Phil Murphy, ha instado a las autoridades federales a priorizar la región en futuras inversiones, especialmente con la vista puesta en el próximo Mundial de Fútbol, que atraerá a millones de pasajeros. Este tipo de eventos pone aún más presión sobre un sistema que, como se ha demostrado, ya está al borde del colapso.
En conclusión, la situación en Newark es un reflejo de un problema más amplio en la aviación estadounidense, donde la falta de inversión en infraestructura y personal ha llevado a un estado de crisis. Las palabras de los funcionarios y las acciones de las aerolíneas muestran un reconocimiento de la gravedad del problema, pero las soluciones parecen aún lejanas en un sistema que, a pesar de sus desafíos, continúa siendo un pilar importante de la conectividad nacional e internacional.