
El uso de la lente gravitacional solar (SGL, por sus siglas en inglés) se presenta como una de las propuestas más intrigantes para observar exoplanetas a distancias inimaginables. Ubicada a aproximadamente 650 unidades astronómicas (UA) del Sol, esta región del espacio podría permitir a los científicos captar la luz de objetos extremadamente lejanos, revelando detalles que serían imposibles de obtener con los telescopios actuales. Sin embargo, el camino hacia una misión SGL está plagado de desafíos técnicos y físicos que requieren atención.
Un reciente estudio del investigador independiente Viktor Toth, publicado en el servidor de preprints arXiv, aborda precisamente estos retos al intentar imaginar un exoplaneta distante. Toth concluye que, a pesar de las expectativas iniciales, el uso de la SGL podría no ser el método más eficiente para obtener imágenes de alta resolución de estos mundos lejanos.
Retos en la exploración de exoplanetas
La idea de aprovechar la gravedad del Sol como una lente para magnificar la luz de otros planetas surge de la comprensión de las implicaciones de la Teoría de la Relatividad. No obstante, la distancia a la que se encuentra la SGL plantea un desafío monumental en términos de costes y tecnología; actualmente, la nave Voyager, la más alejada de la Tierra, se encuentra a una cuarta parte de esa distancia.
Teóricamente, si lográramos enviar un telescopio lo suficientemente potente hacia esta región, podríamos observar civilizaciones alienígenas en exoplanetas, captando detalles tan pequeños como 10 km por píxel, lo que permitiría identificar características urbanas. Sin embargo, según el estudio de Toth, existen múltiples complicaciones que hacen que esta tarea sea casi titánica. Uno de los principales problemas es el ruido generado por la corona solar, que puede interferir con la luz del exoplaneta.
Además, la forma irregular del Sol, medida a través de su momento cuadrupolar, introduce distorsiones que dificultan la captura de la luz de un exoplaneta. Un nuevo obstáculo mencionado por Toth es la cobertura nubosa variable; dado que la Tierra presenta nubes en movimiento, es razonable asumir que otros planetas con vida también podrían tenerlas. Estas nubes complican la separación de la señal de la superficie planetaria del ruido que generan.
Las simulaciones realizadas por Toth indican que, desde la posición de la SGL, incluso la estructura continental de la Tierra sería difícil de discernir, lo que hace casi imposible detectar biosignaturas o signos de actividad inteligente. La combinación de estos desafíos hace que la observación efectiva de cualquier planeta se convierta en una tarea monumental.
A pesar de esto, Toth sugiere una posible solución: enviar una red de 10,000 satélites a la SGL. Aunque parece un número elevado, se encuentra en la misma línea que la cantidad actual de satélites Starlink. Cada uno de estos satélites podría contar con un área de espejo de recolección de un metro, lo que facilitaría la monitorización de un exoplaneta y ayudaría a mitigar el ruido causado por las nubes en movimiento y la luz del estrella anfitriona.
Sin duda, se requiere un avance tecnológico significativo para llevar a cabo esta propuesta. Sin embargo, mientras tanto, los físicos seguirán explorando las posibilidades que ofrece este aspecto único de nuestro sistema solar, a pesar de que su implementación práctica pueda parecer lejana.