
Un reciente estudio de la Universidad Hebrea de Jerusalén ha puesto de manifiesto las actitudes complejas y a menudo contradictorias del público israelí hacia la población de gatos callejeros. A pesar de que muchos ciudadanos alimentan regularmente a estos felinos, una mayoría significativa apoya la reducción de su número, lo que plantea desafíos para los responsables de la política pública que buscan gestionar de manera humanitaria y efectiva las poblaciones urbanas de animales.
La investigación, llevada a cabo por la Dra. Idit Gunther, el Prof. Eyal Klement y Doron Levin de la Escuela de Medicina Veterinaria Koret, encuestó a 700 personas en importantes centros de transporte público en Israel. Publicado en Preventive Veterinary Medicine, el estudio reveló que el 32% de los encuestados había alimentado a gatos callejeros en el último mes, y más del 11% lo hacía a diario. Sin embargo, el 77% de todos los participantes, incluidos muchos de los que alimentan a los gatos, coincidieron en que se debería reducir su población, aunque aquellos que los alimentan a diario mostraron menos apoyo a esta idea.
Compasión y responsabilidad
El Prof. Klement destacó: «La gente quiere soluciones humanitarias. Pero esas soluciones deben ir acompañadas de una mayor concienciación pública sobre cómo las conductas de alimentación afectan la dinámica poblacional». Por su parte, la Dra. Gunther añadió que «las personas alimentan a los gatos callejeros por compasión, pero no siempre comprenden o asumen la responsabilidad de las consecuencias. La abundancia de comida, junto con las rápidas capacidades reproductivas de los gatos, conduce a poblaciones densas y abarrotadas. Estas condiciones aumentan la competencia, la transmisión de enfermedades y la mortalidad, lo que plantea no solo preocupaciones por el bienestar animal, sino también riesgos para la salud pública y la ecología urbana».
A pesar de la preocupación generalizada por la sobrepoblación, el 90% de los participantes se mostró en contra de la caza como estrategia de control. Si bien el apoyo a los programas de Captura-Esterilización-Retorno (TNR) fue común, este no fue abrumador, y los encuestados de inclinación religiosa se mostraron significativamente más reacios, posiblemente debido a normas culturales o religiosas.
El estudio también resalta el potencial papel de los alimentadores frecuentes en la gestión del problema. Muchos de estos alimentadores cuidan de múltiples gatos, a menudo en estrecha proximidad a sus hogares, y aquellos que alimentan a más gatos son también más propensos a proporcionar atención médica. Los investigadores sugieren que este compromiso podría canalizarse en esfuerzos formales para monitorear y estabilizar las poblaciones de gatos.
Los investigadores recomiendan que los municipios complementen las campañas de esterilización con educación pública específica, particularmente en torno al vínculo entre la disponibilidad de alimento y el crecimiento poblacional. Sin abordar este factor clave, advierten, los esfuerzos por controlar el número de gatos callejeros podrían no ser sostenibles a largo plazo.
Las actitudes públicas hacia los gatos callejeros en Israel reflejan en gran medida tendencias observadas en Estados Unidos y en algunas partes de Europa, donde la compasión por los gatos en libertad coexiste con la preocupación por su creciente número. Al igual que en Israel, donde casi un tercio de la población alimenta a gatos callejeros y más de tres cuartas partes apoyan la reducción de su población, estudios en EE. UU. y Europa muestran contradicciones similares.
En ambas regiones, los programas de Captura-Esterilización-Retorno (TNR) son ampliamente favorecidos como alternativas humanitarias a la caza, aunque la comprensión pública sobre el impacto ecológico de las conductas de alimentación a menudo sigue siendo limitada. Lo que destaca en el contexto israelí, sin embargo, es la propuesta de los investigadores de involucrar activamente a los alimentadores frecuentes en los esfuerzos de monitoreo y control, un enfoque poco utilizado en muchas ciudades occidentales.
Además, las consideraciones culturales y religiosas parecen moldear las actitudes israelíes de manera más distintiva que en los entornos europeos seculares, donde el apoyo público a la esterilización es típicamente más alto y menos contestado. El estudio enfatiza que el problema trasciende las preocupaciones veterinarias o ecológicas, ya que está profundamente arraigado en el comportamiento social. Abordar la sobrepoblación de gatos callejeros requerirá alinear las actitudes públicas y las prácticas cotidianas con las realidades ecológicas. Sin una comprensión más amplia de cómo acciones como la alimentación impactan en la población general, incluso los esfuerzos bien intencionados pueden resultar insuficientes.