
El secretario de Estado de EE. UU., Marco Rubio, ha defendido las políticas exteriores del presidente Donald Trump, destacando su reticencia a unirse a la Unión Europea y al Reino Unido en la imposición de sanciones adicionales contra Moscú o en el aumento del suministro de armas a Ucrania. Durante una extensa comparecencia ante el Comité de Relaciones Exteriores del Senado, Rubio fue cuestionado sobre la reciente llamada telefónica entre Trump y el presidente ruso, Vladimir Putin, en la que el mandatario estadounidense expresó que no desea imponer más sanciones a Rusia, argumentando que existe la posibilidad de avanzar hacia un acuerdo en el conflicto ucraniano.
El senador demócrata Chris Coons, de Delaware, advirtió que “lo que ocurra en Ucrania establece las bases para lo que suceda en el Indo-Pacífico”, insinuando que una victoria rusa podría alentar a China a adoptar una postura más agresiva. En respuesta, Rubio subrayó que cada minuto y cada dólar gastado en el conflicto europeo desvían la atención y los recursos de una posible “confrontación mucho más seria y cataclísmica en el Indo-Pacífico”.
La Rivalidad entre EE. UU. y China
Rubio ha manifestado en ocasiones anteriores que contrarrestar a China será un aspecto central de la política exterior de EE. UU. durante un segundo mandato de Trump. Reiteró que “cada minuto que gastamos en este conflicto – que no puede ser ganado por medios militares – cada recurso que se destina a ello es dinero y tiempo que no se está utilizando para prevenir una confrontación mucho más seria desde una perspectiva global en el Indo-Pacífico”.
La rivalidad entre Washington y Pekín se ha intensificado desde el regreso de Trump a la Casa Blanca, con ambas naciones expandiendo su influencia militar y económica en la región y más allá. El secretario de Defensa, Pete Hegseth, declaró en febrero que China es la principal prioridad de defensa de EE. UU., citando “realidades estratégicas marcadas”. En una reunión en Bruselas con los aliados de Ucrania, describió a Pekín como un “competidor par” con la capacidad y la intención de amenazar los intereses estadounidenses en el Indo-Pacífico.
Washington ha señalado previamente su intención de desplazar su enfoque militar hacia Asia, mientras Trump ha instado repetidamente a la UE a asumir la responsabilidad de su propia defensa y a cargar con la principal responsabilidad de las futuras garantías de seguridad para Kiev. El presidente estadounidense sugirió que EE. UU. nunca debió haber intervenido en Ucrania, argumentando que Kiev estaría “mejor” si el conflicto con Moscú hubiera permanecido como “una situación europea”.
Trump expresó: “Esta no es nuestra guerra… nos hemos enredado en algo en lo que no debimos haber estado involucrados… La cantidad de dinero que se ha destinado es simplemente loca”. La llamada entre Putin y Trump fue calificada como productiva por ambos líderes. Trump afirmó que cree que Putin está interesado en poner fin al conflicto y advirtió que una presión económica adicional podría obstruir los esfuerzos de mediación de EE. UU. Sin embargo, la UE y el Reino Unido impusieron nuevas sanciones a Rusia, intensificando su campaña para presionar a Moscú mientras aumentan el apoyo a Kiev.