El arqueólogo Greer Jarrett, de la Universidad de Lund en Suecia, ha estado navegando en la estela de los vikingos durante los últimos tres años. Su investigación ha revelado que los vikingos se aventuraron mucho más allá de Escandinavia y tomaron rutas más alejadas de la costa de lo que se creía posible. En su último estudio, ha encontrado evidencia de una red descentralizada de puertos, situados en islas y penínsulas, que probablemente desempeñaron un papel central en el comercio y los viajes durante la era vikinga.
Los hallazgos han sido publicados en el Journal of Archaeological Method and Theory. Jarrett ha navegado en un bote de vela, una embarcación de fondo plano y aparejo cuadrado similar a las utilizadas en la Edad Vikinga (800–1050 d.C.), que recorrió desde Trondheim hasta el Círculo Polar Ártico y de regreso en 2022. Desde entonces, él y su equipo han navegado más de 5,000 kilómetros a lo largo de las rutas comerciales vikingas.
Jarrett explica que su investigación muestra que este tipo de embarcación es capaz de navegar bien en aguas abiertas, incluso en condiciones difíciles. Sin embargo, reconoce que la navegación cerca de la costa y en los fiordos plantea retos igualmente significativos, aunque menos evidentes. Las corrientes submarinas y los vientos katabáticos que descienden de las laderas montañosas son solo algunos de los obstáculos que deben enfrentar.
Retos y métodos de investigación
Las expediciones de Jarrett no han estado exentas de riesgos. Un incidente notable ocurrió cuando el palo que sostiene la vela principal se rompió frente a la costa de Noruega, forzando a la tripulación a improvisar para evitar un naufragio. Jarrett también ha enfrentado desafíos climáticos, como el frío extremo en las Islas Lofoten, lo que le hizo valorar aún más la importancia de contar con una buena tripulación.
Para identificar rutas específicas utilizadas por los vikingos, Jarrett ha entrevistado a marineros y pescadores sobre las rutas tradicionalmente empleadas en los siglos XIX y XX, cuando las embarcaciones de vela eran comunes en Noruega. Este enfoque le ha permitido reconstruir posibles itinerarios de navegación vikinga basándose en su propia experiencia y en el conocimiento colectivo de estos navegantes tradicionales.
Los vikingos no utilizaban mapas, brújulas ni sextantes. En su lugar, se guiaban por «mapas mentales» donde las memorias y experiencias eran fundamentales. Además, utilizaban mitos asociados a diferentes marcadores costeros como referencia para la navegación. Jarrett menciona historias vikingas sobre islas específicas que servían como advertencias sobre peligros o puntos de referencia importantes.
Jarrett ha identificado, a través de la combinación de su experiencia y reconstrucciones digitales del paisaje en la Edad Vikinga, cuatro posibles puertos vikingos a lo largo de la costa noruega que se encuentran más alejados del mar que los principales puertos conocidos hasta la fecha. Propone que estos pequeños puertos, a menudo situados en islas y penínsulas, pudieron haber sido cruciales para facilitar el comercio eficiente durante la era vikinga, permitiendo a los navegantes descansar y reunirse con otros marineros.
El interés de Jarrett radica no solo en los puntos de partida y llegada de las rutas comerciales, sino en lo que ocurría durante los trayectos entre los grandes centros de comercio. Lo que busca es comprender cómo este entramado de puertos descentralizados contribuyó a la efectividad del comercio vikingos en un tiempo donde la navegación era sinónimo de aventura y riesgo.
Las exploraciones de Jarrett han puesto de manifiesto la importancia de las relaciones humanas en los viajes vikingos. Más allá de contar con embarcaciones adecuadas para enfrentar diferentes condiciones climáticas, la cooperación y el entendimiento entre la tripulación eran esenciales para la supervivencia en estas travesías.
