En las montañas de Sierra Nevada, un grupo de carboneros de montaña se alimenta de piñones, creando una sinfonía de sonidos en el aire fresco de la montaña. Entre las distintas vocalizaciones de las aves, destaca el fuerte llamado “chick-a-dee”, que sirve para que los carboneros se comuniquen sobre las fuentes de alimento y los posibles peligros que podrían representar los depredadores. Estas aves, pertenecientes a la familia Paridae, son conocidas por sus complejos sistemas de comunicación vocal y sus habilidades cognitivas. En el marco de mi investigación doctoral en el Bosque Experimental de Sagehen, en California, estoy abordando cómo estos pájaros transmiten información a través de sus llamados.
La comunicación entre carboneros
Con la llegada del otoño, los carboneros de montaña, que mantienen relaciones monógamas durante la crianza de sus crías, comienzan a formar bandadas más grandes. Este proceso social no es sencillo, ya que los jóvenes deben integrarse en nuevos grupos y establecer dinámicas sociales antes de la llegada de las tormentas invernales. Los complejos llamados que emiten durante este período son fundamentales para la cohesión del grupo. Existe una variedad notable de llamadas, incluidas las melodiosas “llamadas gargajosas”, que los individuos utilizan para anunciar su dominio sobre los demás miembros de la bandada.
Estudiar y descifrar los llamados de las aves se ha convertido en un campo de investigación cada vez más popular. Los científicos han descubierto que muchas aves, incluido el carbonero de montaña, siguen reglas sistemáticas en sus vocalizaciones para compartir información crucial. Estas aves cuentan con un extenso repertorio de llamadas que se pueden clasificar en cinco categorías principales: llamadas de contacto, llamadas “chick-a-dee”, llamadas de alarma, llamadas de súplica y llamadas gargajosas. Cada tipo de llamada transmite información específica, y la combinación de sonidos en un orden determinado puede cambiar completamente el significado del mensaje. Así, la forma en que un carbonero organiza sus sonidos es comparable a la gramática en el lenguaje humano, lo que subraya la complejidad de su comunicación vocal.
