
Los parques nacionales de Sequoia y Kings Canyon en California, famosos por sus majestuosos árboles que han sobrevivido durante miles de años, se enfrentan actualmente a múltiples amenazas debido al cambio climático. Durante mucho tiempo, los científicos y gestores de parques consideraron que estos bosques de secuoyas eran casi inmunes a factores estresantes como incendios forestales, sequías e insectos. Sin embargo, la realidad ha demostrado que incluso los árboles más grandes son vulnerables, especialmente cuando estos estresores se ven amplificados por temperaturas en aumento y fenómenos meteorológicos extremos.
La velocidad del cambio climático y la proliferación de especies invasoras y enfermedades están transformando los ecosistemas de maneras que desafían las expectativas basadas en experiencias pasadas. Como resultado, muchos bosques en el oeste de Estados Unidos están evolucionando hacia praderas o matorrales tras incendios forestales sin precedentes. La pérdida total de arrecifes de coral es otro ejemplo de esta transformación drástica. Para proteger estos entornos, que son valorados tanto por su belleza natural como por los beneficios que aportan en términos de recreación, agua limpia y hábitats para la fauna, los gestores de tierras deben anticipar riesgos que nunca antes habían enfrentado.
Gestión de ecosistemas cambiantes
Los enfoques tradicionales de gestión se centran en mantener o restaurar los ecosistemas tal como eran en el pasado. Sin embargo, estos métodos ya no son eficaces ante las nuevas y rápidas condiciones que enfrentan los ecosistemas. La interacción entre plantas, animales, hongos, microbios y los elementos del suelo, aire y agua forma un sistema complejo. Cuando el clima cambia, es como si se desplazara el suelo sobre el que descansa todo. Esto puede socavar la integridad del sistema, provocando cambios ecológicos difíciles de predecir.
Para planificar un futuro incierto, los gestores de recursos naturales deben considerar diversas formas en que los cambios climáticos y los ecosistemas podrían afectar sus paisajes. En Sequoia y Kings Canyon, los gestores estaban conscientes de los riesgos que el cambio climático suponía para las emblemáticas secuoyas. Hace más de una década, comenzaron un esfuerzo significativo para explorar diferentes escenarios que podrían desarrollarse en el futuro. Afortunadamente, algunas de las posibilidades más extremas que imaginaron se materializaron antes de lo esperado.
En 2014, una sequía en California provocó la muerte de la foliación de las secuoyas, un fenómeno nunca documentado hasta entonces. En 2017, las secuoyas comenzaron a morir como resultado de daños causados por insectos. Y en 2020 y 2021, incendios arrasaron las zonas de secuoyas, causando la muerte de miles de árboles centenarios. Aunque estos eventos extremos sorprendieron a muchos, haber pensado en las posibilidades por adelantado significó que los gestores del parque ya habían comenzado a implementar medidas que resultaron beneficiosas, como priorizar las quemas prescritas para eliminar la maleza que podría alimentar incendios más destructivos.
La clave para una planificación efectiva radica en considerar una serie de estrategias que probablemente tendrán éxito frente a los diversos cambios en los climas y ecosistemas. Esto implica reflexionar sobre un amplio rango de resultados potenciales para ver cómo diferentes estrategias podrían funcionar en cada escenario, incluyendo la preparación para posibilidades catastróficas, incluso aquellas consideradas poco probables.
Por ejemplo, las quemas prescritas pueden reducir los riesgos tanto de incendios forestales catastróficos como de sequías al disminuir la densidad del crecimiento vegetal, mientras que suprimir todos los incendios podría aumentar esos riesgos a largo plazo. Las estrategias adoptadas hoy tendrán consecuencias durante décadas. Los gestores deben tener confianza en que están realizando buenas inversiones al destinar recursos limitados a acciones como el desbroce de bosques, el control de especies invasoras o la replantación de árboles. La elaboración de escenarios puede ayudar a informar esas decisiones de inversión.
Para proporcionar orientación a quienes gestionan estos paisajes, un grupo de expertos en ecología, ciencia climática y gestión de recursos naturales se reunió para identificar tres ingredientes clave para construir escenarios ecológicos creíbles:
- 1. Aceptar la incertidumbre ecológica: En lugar de confiar en un único resultado «más probable» para los ecosistemas en un clima cambiante, los gestores pueden prepararse mejor al trazar múltiples posibilidades.
- 2. Pensar en trayectorias: Es útil considerar no solo los resultados, sino también las posibles vías para llegar a ellos. ¿Se producirán cambios ecológicos de forma gradual o repentina?
- 3. Prepararse para sorpresas: Planificar desastres raros o colapsos repentinos de especies ayuda a los gestores a responder con agilidad cuando lo inesperado ocurre.
A lo largo de la última década, el acceso a proyecciones de modelos climáticos a través de sitios web fáciles de usar ha revolucionado la capacidad de los gestores de recursos para explorar diferentes escenarios sobre cómo podría cambiar el clima local. Sin embargo, lo que falta hoy en día son proyecciones y herramientas de modelos ecológicos que ayuden a anticipar posibles cambios en los ecosistemas. Creemos que la comunidad científica debería priorizar el desarrollo de proyecciones ecológicas y herramientas de apoyo a la decisión que empoderen a los gestores para planificar la incertidumbre ecológica con mayor confianza y previsión.
Los escenarios ecológicos no eliminan la incertidumbre, pero pueden ayudar a navegarla de manera más efectiva al identificar acciones estratégicas para gestionar bosques y otros ecosistemas.