Oleg Stepanenko | Pravda | Traducido del ruso por Íñigo Aguirre.
El pasado domingo tuvieron lugar en Bielorrusia las elecciones a la Cámara baja de la Asamblea Nacional. 484 candidatos, de los que 311 pertenecían a partidos políticos, aspiraban a ocupar uno de los 110 escaños.
El interés que despertaron las elecciones fue excepcionalmente alto. Especialmente por parte de Occidente. Ya solo la Oficina por las instituciones democráticas y los derechos humanos (ODIHR) de la OSCE envió a 341 observadores, cinco veces más que a las anteriores elecciones parlamentarias del 2012. Por primera vez el número de observadores de la ODIHR superó en número a los de la CEI. En el “equipo occidental” también trabajaban 58 representantes de la Asamblea parlamentaria del Consejo de Europa (PACE) y de la Asamblea parlamentaria de la OSCE. 5 días antes de las votaciones, el 6 de septiembre, el delegado temporal de los EE.UU. en Bielorrusia Robert Riley, se reunió con Lidia Yermóshina, presidenta de la JEC de la república.
Este excepcionalmente elevado interés de los EE.UU. y sus satélites por las elecciones en una pequeña república eslava, tienen fácil explicación. Bielorrusia ha quedado cómo único aliado de Rusia que impide que se cierre el anillo de la anaconda que le han preparado, ese “arco sanitario” que va desde el Mar Negro al Báltico. Después de la ocupación de Ucrania, los otanistas se apresuran a asentar su éxito con la ayuda de los métodos habituales: el látigo y la zanahoria. El predecesor de Riley en el cargo, Scott Roland antes de partir de Minsk el 6 de septiembre, declaró que las sanciones norteamericanas contra Bielorrusia serían levantadas y las relaciones normalizadas, únicamente en el caso de que el gobierno de la república cumpla todas las exigencias de “democratización” de la sociedad, incluyendo las relacionadas con la campaña electoral que estaba en curso. Su sucesor R. Riley, en la reunión que mantuvo ese mismo día con Yermóshina puntualizó que Washington a la hora de hacer su valoración propia de las elecciones y de revisar la cuestión de las sanciones este otoño, “tendría en consideración el informe de la ODIHR de la OSCE y otras fuentes merecedoras de su confianza”.
A qué fuentes se refería, podemos constatarlo por la comunicación emitida por la embajada de los EE.UU. en Minsk: “Riley también se está reuniendo con representantes de los grupos independientes de observadores…para conocer su valoración del proceso electoral a día de hoy”. Y “está en contacto con los activistas de la oposición política…con el objetivo de conocer su participación en el proceso electoral”. Como se suele decir, ahí está la madre del cordero. “Los activistas de la oposición política. Esos mismos que celebraron sus actos de campaña bajo las banderas de los EE.UU. y la UE. Unos mítines, que por la propia endeblez de la oposición prooccidental, fueron muy poco concurridos, pero sin duda dignos de recordar. Uno de los activistas, portando ─como no─ la bandera norteamericana, llevaba la maqueta de una bala y en su camiseta podía leerse “Bala para el presidente”, llamaba a cerrar las fronteras con Rusia y renunciar a la Unión aduanera. Otro que se presentaba como candidato al Congreso, proponía sembrar hachís en los koljoses. Un tercero, andaba histérico porque los electores no habían llegado al acto. “Una auténtica bacanal de la democracia” como señaló acertadamente el politólogo Andrei Lazutkin.
Los “activistas” de antemano calificaron toda la campaña electoral, en la que dicho sea de paso, tomaron parte, de pantomima, asegurando que los resultados de las elecciones en ciernes serían falsificados. Ya habían incluso fijado la “lista de irregularidades”. Un ejemplar de ese listado lo dejó por casualidad uno de esos observadores “independientes” en un colegio electoral, varios días antes de las votaciones.
La “oposición democrática” local, que desde hace tiempo es mantenida por sus amos occidentales, hará lo indecible con tal de justificar su confianza y demostrar que las elecciones son ilegítimas, en caso contrario se verían privados del apoyo exterior. Sus representantes más “deslumbrantes”, como el excandidato a presidente, que cumpliera condena por el intento de asalto a la sede del gobierno, ya antes de la jornada electoral, llamaba a acudir al “Maidán” (a la plaza).
La misión de la ODIHR de la OSCE también intenta preparar la argumentación jurídica de la ilegitimidad de las elecciones, llegando hasta el absurdo. Aunque fueron inscritos en las sesiones de las comisiones electorales, en presencia de los observadores, parece que a la dirección del ODIHR no le es suficiente. Exige que los observadores revisen la documentación de los candidatos. Como señalara argumentadamente la presidenta de la Junta Electoral Central en su advertencia, eso es irrealizable, por cuanto la comprobación de la documentación presentada por los candidatos, no es otra cosa que un paso previo al registro, del que se ocupan los profesionales: Hacienda revisa la declaración de bienes, el Ministerio del Interior la filiación donde se encuentra la correspondiente base de datos. Es un proceso donde los observadores no tienen derecho a inmiscuirse.
A pesar de toda esa “bacanal democrática” las elecciones discurrieron en calma, con la observancia de todas las normas de la legislación nacional. Tampoco se hizo realidad el vaticinio de la oposición prooccidental de un “boicot masivo”. En las elecciones tomaron parte el 74’8% de los electores. En el nuevo parlamento solo ha pasado un candidato de la “oposición democrática”, en representación del Partido Cívico Unido. Ni el Frente Nacional de Bielorrusia, ni los socialdemócratas han obtenido escaño. Como tampoco el burgués Partido Liberal Demócrata. El Partido Comunista de Bielorrusia ha aumentado su representación en el máximo órgano legislativo, pasando de 6 a 8 escaños.
Conjuntamente con sus compañeros diputados, que respaldan el curso de la república, los diputados comunistas se esforzarán por reforzar el potencial económico del país y su desarrollo por el camino del progreso social, manifestó el jefe de campaña del PCB y secretario del CC, Gueorgui Atamanov. Y por supuesto trabajarán por estrechar lazos entre Bielorrusia y Rusia.
Sobre esta tarea primordial, para todos aquellos que se preocupan por el destino de la patria, habló el día de las elecciones el presidente Alexánder Lukashenko:
-Hablar de que hemos iniciado el diálogo con Occidente para perjudicar a nuestro hermano del Este, es una inmensa estupidez. En el Este viven nuestros hermanos, junto a los cuales siempre estará el pueblo bielorruso. Porque el árbol de los pueblos eslavos proviene de una misma raíz.
Ayudar a procurar el desarrollo de Bielorrusia y reforzar las relaciones con la hermana Rusia, son las dos principales tareas que va a resolver el nuevo parlamento de la república.