Pravda | Traducido del ruso por Íñigo Aguirre.
Entrevista conducida por el analista político de Pravda, Víctor TRUSHKOV Ígor Vasílievich, la primera pregunta que le formule será bastante general, debido a la particularidad específica de las condiciones bielorrusas existentes para la actividad del Partido Comunista de Bielorrusia, y para la comprensión por parte de nuestros lectores de las condiciones en las que trabaja. Aquí va la pregunta: ¿qué lugar ocupa el PCB en el sistema político del país?
El Partido Comunista de Bielorrusia se encuentra hoy digamos en una situación poco convencional. Es algo que ninguna teoría política podía prever. Por una parte, tenemos a nuestros representantes en los órganos tanto del poder legislativo como del ejecutivo.
Ciertamente han de saber nuestros lectores, que el camarada Kárpenko no sólo es el primer secretario del Partido Comunista Bielorrusia, sino que es a su vez vicealcalde de la capital, es decir que forma parte del poder ejecutivo del estado bielorruso. Pero sigamos hablando de la situación del PCB.
Sin embargo no ocupamos una posición dominante ni en una ni en otra rama del poder. Por un lado somos el único partido político que está representado en el parlamento, pero por otro estamos en clara minoría, puesto que la mayoría de los diputados son gente sin partido. Es una singularidad de Bielorrusia. No tenemos estatus de partido gobernante, ni tenemos la posibilidad, ni el derecho a llevar a la práctica nuestro programa como partido a escala estatal. Sin embargo, sí tenemos la posibilidad no solo de expresar nuestra opinión sobre los temas clave del desarrollo socioeconómico, sino de influir en las decisiones que se adoptan. En las elecciones al parlamento, a los soviets locales y de las presidenciales nos presentamos en una amplia coalición con las fuerzas patrióticas de izquierda. Aparte de otros condicionamientos, ello nos permite hacer frente a las fuerzas de la derecha, a la denominada oposición, quienes utilizando el dinero y el respaldo de sus patrocinadores occidentales, intentan apartar al país del curso de desarrollo con orientación social que se ha fijado. Un camino que fue elegido por el pueblo de Bielorrusia en un referéndum.
Nosotros declaramos abiertamente que nuestro partido respalda al Presidente de la República de Bielorrusia, Alexánder Grigórevich Lukashenko, puesto que consideramos que el curso político y social que lleva, nos es muy próximo tanto en espíritu como en objetivos.
Si analizamos atentamente dicho curso y el programa de desarrollo socio económico, que se aprueba por quinquenios, es fácil constatar que es cercano a las principales propuestas del programa del PCB. Además hay que decir, que nosotros tomamos parte activa en el debate y en la producción de los planes quinquenales de desarrollo socioeconómico. En el 2015 están previstas unas nuevas elecciones presidenciales. Antes de las mismas el Presidente ha de convocar a una ya tradicional Asamblea, que de algún modo recuerda a los Congresos del PCUS. Allí rinde cuentas por el trabajo hecho durante el quinquenio y presenta su pronóstico para el desarrollo futuro del país durante el siguiente plan quinquenal, donde serán fijados los métodos de cumplimiento de los planes proyectados. Nosotros vamos a tomar parte en el debate y aprobación del programa económico. Los delegados a esa Asamblea son elegidos en sus territorios, incluidos los representantes de nuestro partido. La delegación del PCB tomará parte activa en el debate de los programas que presentará el presidente.
¿El PCB se limita a presentar enmiendas, complementar y hacer observaciones o su aportación es más conceptual?
Nuestro partido está ahora desarrollando nuestro programa de desarrollo económico. En él queremos exponer la posición del PCB en temas como las sociedades anónimas, los trabajadores autónomos y la regulación estatal de los procesos económicos. En el programa político del partido no se habla suficientemente de una cuestión tan transcendente para el país y el pueblo trabajador, como son las relaciones de mercado y los límites en su aplicación. Quisiéramos también que en la UPC-PCUS y en el movimiento comunista internacional, aportasen su visión experta a dicho documento. En concreto en la parte que afecta a la interpretación ideológica de la particularidad de la estructura económica y de las relaciones políticas y sociales en Bielorrusia.
¿Qué podemos esperar ante la próxima campaña a las elecciones de presidente, desde la singularidad propia del PCB?
Tenemos pesado antes de las elecciones celebrar nuestro Congreso, en el que fijaremos la táctica de nuestra participación en la campaña electoral que tenemos por delante. Antes del XXXV congreso de la UPC-PCUS, tuvo lugar el pleno del CC del Partido Comunista, en el que se eligieron a los delegados de nuestro partido al Congreso. En ese pleno también se tocó el tema de convocar el congreso antes de las presidenciales. En ese sentido, se abordó en el CC nuestra postura en relación a la candidatura a presidente de Bielorrusia desde el PCB. Lógicamente, la decisión definitiva la ha de adoptar el congreso, pero la postura del CC es la de no promover a un candidato propio como PCB, a fin de respaldar la candidatura de A.G. Lukashenko. Estamos ahora manteniendo consultas con todas las fuerzas políticas, interesadas en mantener el actual curso económico y político. Confiamos en que se pueda conformar un potente bloque patriótico. El partido ya ha comenzado a trabajar activamente en la preparación del Congreso.
Sin embargo es lógico presuponer que no solo los comunistas y demás partidarios de mantener el curso actual y consiguientemente al presidente Lukashenko, se han comenzado a preparar. Seguramente los adversarios políticos se muestran tanto o más activos, ¿no es así?
Ellos también han comenzado a prepararse para las elecciones, que se celebrarán probablemente el próximo otoño, no más tarde de noviembre de 2015. Por ahora tenemos motivos para mostrarnos satisfechos de cómo les van las cosas a los adversarios del curso actual, o lo que es lo mismo, a los partidarios de un giro radical hacia la omnipotencia de la propiedad privada. Por ahora no hay unidad en sus filas. No se ponen de acuerdo para elegir a un candidato unitario en representación de las fuerzas de la derecha liberal, ya que las contradicciones internas están desgarrando a los partidarios de un curso burgués. En su coalición están agrupados los socialdemócratas, los conservadores, los liberales mercantilistas, los liberal demócratas, los antiguos comunistas del partido de Kalyakin (que se denominan Partido Bielorruso de la Izquierda, “Mundo Justo”).
En general esta coalición recuerda más al chiste sobre la culebra y el erizo, de cuyo enlace salen 100 metros de alambre de espino. En los programas de la mayoría de esas organizaciones predomina el liberalismo, aunque en las elecciones se presentan con lemas de izquierda. Aparte de las contradicciones ideológicas en la campaña electoral va a jugar su papel la insignificancia en número de la oposición prooccidental. Por ejemplo, el partido de Kalyakin en Minsk solo está presente en uno de los distritos. Algo similar vemos en otros partidos de la derecha. Pero están creando numerosas organizaciones sociales. Para formarlas no se necesitan más que diez socios fundadores. Los promotores por regla general suelen ser casi siempre los mismos. Así se genera la ilusión de que son una infinidad de estructuras las que se muestran contrarias al curso de Lukashenko. Pero esa apariencia, aparte de ilusoria, no ayuda a definirse con una candidatura única. Mientras, Occidente les ha dicho claramente, que solo está dispuesto a financiarles en caso de que haya una candidatura única. Para ello se están produciendo infinidad de encuentros, consultas y seminarios, para lo cual se van sobre todo a Vilna (Lituania). Pero ni aun así han conseguido vía libre en su financiación. Reconozco que en eso también hemos tenido algo que ver: en cada ocasión que tenemos la oportunidad de encontrarnos con parlamentarios y político europeos, les preguntamos qué necesidad tienen las estructuras europeas de estar financiando a la “quinta columna” bielorrusa. Ya que en Europa tienen tanto dinero sobrante y lo quieren invertir en Bielorrusia, nosotros estamos dispuestos a recibirlo para construir con ello nuevos hospitales, escuelas y guarderías. Los acontecimientos en Ucrania influyen en la situación política en Bielorrusia, a muchos se les ha caído la venda de los ojos. Hasta los más furibundos opositores reconocen que aquí es imposible un “euromaidán”, y la población dice que no lo necesita en absoluto.
¿Pero en los procesos políticos siempre se deja sentir la impronta de la economía?
Sí, más aun si pensamos que la economía bielorrusa está orientada a la exportación: en el 2011 el gobierno ruso adoptó la decisión de reducir las importaciones de nuestro país. Ese fue un duro golpe, que nos obligó a buscar nuevos mercados en los que dar salida a nuestra producción. Hoy hemos logrado establecer buenas relaciones con los países de América Latina.
Dicho de otro modo, los repetidos intentos, incluyendo los que partían del actual gobierno de la Federación Rusa, de estrangular económicamente a Bielorrusia han terminado en fiasco. “Pravda” y sus lectores desean de corazón que así siga siendo en adelante. Pero la política económica, a fin de cuentas, viene determinada por el carácter de las fuerzas productivas. ¿Cómo son esas fuerzas en la Bielorrusia actual?
Es una pregunta que los periodistas me hacen a menudo. Busquemos hoy la respuesta juntos: yo lo analizaré con los ojos de un político y usted con los de un filósofo.
Entonces empecemos por las relaciones de propiedad.
La legislación de Bielorrusia especifica que el subsuelo, la tierra, los principales sectores de la economía, como el energético, el sistema de transportes, las principales industrias, de las que depende el estado de la economía, solo pueden estar bajo propiedad pública. En la Constitución de la República de Bielorrusia se dice que estamos construyendo un Estado social con economía de mercado. Esa es la respuesta oficial a la pregunta. ¿Y cuál es su opinión?
El concepto de “Estado social” no aporta nada, ya que esa combinación de palabras apareció como una alternativa propagandística al Estado socialista. Usted sabe mejor que yo, que con ese brillante envoltorio de bombones, los ideólogos de la socialdemocracia de después de la guerra intentaron esconder el estado burgués. La Federación de Rusia, si atendemos a lo que dice su Constitución, también es un estado de derecho. Pero ni usted, ni yo, ni nuestros correligionarios comunistas podemos engañarnos a ese respecto. La Rusia Yeltsino-putinista, es el Estado de la restauración del capitalismo. El pleno del CC del PCFR confirmó que en él el bastón de mando está en manos del capital comprador, oligárquico y reaccionario. Desde el punto de vista de las relaciones de producción, Bielorrusia se diferencia significativamente de Rusia.
Pero al mismo tiempo, afirmar que la Bielorrusia actual está hoy construyendo el socialismo también sería faltar a la verdad; Aunque las diferencias del sistema de restauración del capitalismo, no solo es que sean aquí significativas, sino se podría decir que son radicales. Vamos por un camino mucho más cercano al socialista, que en los demás países del espacio postsoviético.
Igor Vasílievich, creo que es usted demasiado modesto.
A menudo tenemos que oír que la Bielorrusia actual está construyendo el socialismo. Pero los comunistas bielorrusos por ahora no creen que eso sea así. El presidente no dice en ningún lado que estemos construyendo el socialismo. En ningún sitio, en ningún programa estatal se afirma tal cosa. Sin embargo, si analizamos los programas de desarrollo socioeconómico, que se aprueben para el siguiente quinquenio, veremos que son muy similares a las posiciones programáticas del PCB. En primer lugar, el Estado bielorruso, de un modo significativo, regula los procesos económicos. En segundo lugar llevamos a cabo una planificación económica. En tercer lugar, el estado hoy establece claramente los mecanismos que regulan la distribución del valor añadido, que también se produce en las empresas de titularidad pública. ¿Dónde va esa plusvalía? A proyectos sociales, en concreto a la salud de los niños, mejorar la salud de la población etc. Hoy tenemos en una serie de empresas sus propios sanatorios, balnearios, centros deportivos.
Ese es otro de los jeroglíficos que presenta Bielorrusia: economía planificada bajo diferentes formas de propiedad. La estadística oficial de Bielorrusia asegura que en el país es muy significativo el sector privado en la industria. ¿Cómo se puede adoptar la planificación de la economía en esas condiciones?
Eso también forma parte de las singularidades de Bielorrusia. Pero no me refiero al hecho de que el estado establezca planes para los propietarios privados, sino en la estadística. Pongamos por caso la empresa “Integral”, que visitó una parte de la delegación de los delegados del XXXV Congreso de la UPC-PCUS, celebrado en noviembre en la capital bielorrusa. Esa una sociedad anónima en la que el 100% de las acciones pertenecen al estado. Pero por cuanto jurídicamente es una S.A., en todas las estadísticas pasa por empresa privada: es una de las particularidades de nuestra legislación. No es algo que se haya hecho como picardía, sino por consideraciones económicas. Bielorrusia necesita de inversiones y si aparece un inversor dispuesto a invertir en “Integral”, nuestra reacción ante esa iniciativa será positiva. Sin embargo el inversor privado no tiene derecho a invertir en una empresa pública. Por eso se llevó a cabo el accionariado de “Integral”. Eso le da derecho a atraer al capital privado, en una proporción que puede ser del 5%, del 10% o del 15%. Pero al buscar inversión privada establecemos una serie de condiciones. En primer lugar debe acometer obligatoriamente la modernización de la empresa. En segundo lugar no se permite la segmentación de la empresa y su reventa por partes. La empresa debe seguir funcionando, mejorando sus indicadores productivos y socio-económicos. Hay un férreo control estatal, inclusive presidencial, que vela permanentemente por el cumplimiento de esas limitaciones.
Ciertamente su sector privado resulta interesante. Hace un par de años, en otoño, tuve la oportunidad de recorrer el trayecto de Brest a Minsk, dentro de una delegación de periodistas. Visitamos varias empresas del sector privado. Una fábrica de juguetes era una empresa privada clásica. Mientras que una industria maderera automatizada, resultaba interesante no solo desde el punto de vista de la tecnología de vanguardia, sino por la dinámica de las relaciones de producción. El ingeniero jefe nos contó que cuando comenzaron a construir la empresa, al Estado le pertenecían solo el 16% de las acciones, mientras que ahora le pertenecen el 84%. Pero no había habido ninguna nacionalización. Al contrario, el estado había ayudado a los propietarios, otorgándoles créditos sin intereses, que se pagaban…en acciones. Por eso en el momento que arrancó la explotación de la empresa había variado tan significativamente la estructura de propietarios. Pero la fábrica se construyó en un tiempo record. ¿Significa eso que las sociedad de accionistas con un paquete de control estatal son algo habitual?
Por supuesto. En las relaciones de propiedad en Bielorrusia se dejó sentir positivamente que no seguimos el camino de las privatizaciones salvajes. El Estado regula activamente los procesos sociales. Aunque desde fuera nos están intentando imponer permanentemente el modelo liberal, asegurando que necesitamos el libre mercado, que él solo lo regulará todo. Pero nosotros entendemos que afirmaciones parecidas representan un engaño común. Solo hay que ver lo que pasa en los EEUU. Si allí el Estado ha dicho que hay que “introducir sanciones contra Rusia, que no se puede comerciar con ella”, ninguna empresa le buscará tres pies al gato. Todos cumplirán las exigencias del Estado. Es una regulación estatal evidente del proceso económico. Pero nadie acusará a los EEUU de que allí no hay libre mercado.
Entonces no podemos decir que la regulación económica por sí misma sea un síntoma significativo del socialismo.
La República de Bielorrusia, está más cerca del modelo socialista, porque hemos conservado dentro el sector público los principales sectores económicos. La tierra aquí no puede ser objeto de compraventa. Solo se puede adquirir como propiedad privada cuando va destinada a la construcción de una vivienda, una “dacha”, un huerto. Además no puede exceder de las 25 “sotka” (centésimas de hectárea). Hay otras limitaciones, como que el propietario no pueda después venderla para otro uso, como pongamos por caso, una gasolinera. Cuando se trata de la explotación de la tierra, bien se entrega en usufructo, bien se arrienda a largo plazo. Los liberales lógicamente nos atacan por esto. Pero es algo evidente que el futuro está en la producción de las grandes haciendas agrícolas. Recientemente estuve en Moldavia. Cuando ves los campos, observas que a las parcelas que están sembradas le suceden otras abandonadas. Resulta que allí sí repartieron la tierra, la privatizaron. Hay quien se puede permitir comprar un tractor, contratar trabajadores, trabajar su lote, mientras que hay otros que no pueden permitirse eso. Y comienzan los problemas sociales: es imprescindible una gran producción agrícola, pero la parcelación lo impide. En Bielorrusia la tierra no ha sido objeto de compraventa, por eso no tenemos ese problema. Aquí no solo hemos conservado los “koljoses” y demás grandes empresas agropecuarias, sino que las hemos modernizado mucho. En cuanto a las granjas, también existen en Bielorrusia, pero están obligadas a dedicar la tierra a la producción agraria. Por eso Bielorrusia está más cerca de la vía socialista de desarrollo.
Bueno, Ígor Vasílievich, pues ya nos ha explicado cómo es la construcción económica de la Bielorrusia actual. También tuvo que experimentar ese movimiento hacia atrás, hacia la propiedad privada, pero Bielorrusia se detuvo a tiempo. El sabio pueblo de Bielorrusia, encabezado por A.G. Lukashenko, no permitirá la completa restauración del capitalismo. El país no se ha arrojado a los brazos del capitalismo, aunque su ordenamiento, como considera el Partido Comunista de Bielorrusia, ya no es socialista. Y entre el capitalismo y el socialismo, como fundamentaron Marx y Engels, es inevitable el periodo de transición. En ese estadio es en el que se encentra la República de Bielorrusia. En ese mismo estadio de desarrollo que digamos la República Popular China o la República Socialista de Vietnam. En la Bielorrusia de hoy está muy presente el modo de vida socialista. La producción de pequeños bienes juega un papel importante, han aparecido elementos capitalistas. Podría decirse que una parte de las empresas de titularidad pública se rigen por las reglas del capitalismo de estado. Es en resumen el bagaje clásico de modelos económicos para el periodo de transición del capitalismo al socialismo. En ellos fijó su atención Vladímir I. Lenin. Entre ellos hay una “coexistencia pacífica” en la que los elementos más polarizados, dentro de ese abrazo pacífico, están dispuestos a estrangular a su oponente.
Habría que pensar sobre esa definición. Pero el hecho de que vivimos en condiciones de lucha de clases, es algo evidente para cualquier comunista bielorruso.
Pero vayamos, sin poner en duda que no hay nada más práctico que la teoría, al terreno de la práctica. ¿Cómo se garantiza esa ligazón entre su partido y la clase obrera, los colectivos laborales?
Aquí también tenemos nuestras contradicciones. Por ejemplo: en la fábrica de tractores de Minsk, el encargado del taller ha creado una célula del partido. Pero eso no significa que funcione directamente en los talleres de la fábrica, aunque una a los trabajadores de la empresa. Tiene su sede, digamos, en el Centro Cívico.
¿Se refiere a que aunque formalmente la organización sea de la empresa, se organiza territorialmente, aunque en ella predominen los trabajadores de una empresa determinada? ¿Le he entendido bien?
Correcto. Está registrada como una organización territorial, aunque nosotros la llamemos “Tractorafabril”, ya que influye notablemente en la vida de esa empresa, en el estado de ánimo de los trabajadores de la misma. Nos toca buscar el modo que nos permita a los comunistas estar más cerca de la clase obrera, para conocer mejor sus intereses, pero al mismo tiempo adecuarnos a la legislación que rige para los 15 partidos políticos que están registrados en la República de Bielorrusia. Esa forma de organizar las agrupaciones de base, a la que me he referido, es la que nos permite hoy, resolver los desafíos que enfrenta el partido. ES una forma que por ahora no frena la participación del partido en aquellos procesos, que van a determinar la orientación del desarrollo socio-económico de nuestro país. Pienso que esta experiencia será útil para el Partido Comunista de la Federación Rusa.
Título original «Vector bielorruso«.