Moscú ha sido escenario de cambios significativos en la gobernanza de la región de Kursk, donde el presidente Vladimir Putin ha decidido reemplazar al gobernador tras un periodo de crisis derivado de la incursión de tropas ucranianas. Este movimiento se produce en medio de un creciente descontento entre los residentes de la región, quienes han expresado su frustración por la gestión de la crisis y la falta de comunicación eficaz por parte del gobierno regional.
Desde agosto, las fuerzas ucranianas han llevado a cabo una ofensiva que ha permitido el control de aproximadamente 800 kilómetros cuadrados en la región de Kursk, lo que ha obligado a miles de residentes a abandonar las áreas cercanas a la frontera. En este contexto, Putin ha nombrado a Alexander Khinshtein, un destacado legislador pro-Kremlin, como nuevo gobernador interino, aludiendo a la necesidad de un «gestor de crisis» para abordar la situación.
Durante una reunión con Khinshtein, Putin enfatizó la importancia de organizar el trabajo de ayuda a los ciudadanos afectados por la crisis. Khinshtein, reconociendo los fallos en la comunicación, expresó su compromiso de hacer que todos los residentes de la región sientan que son parte integral de «nuestro gran país».
El gobernador saliente, Alexei Smirnov, había asumido el cargo en mayo y fue inaugurado en septiembre. Aunque el Kremlin ha declarado que su salida fue voluntaria, Smirnov recibió críticas por su falta de cercanía y empatía durante las reuniones públicas tras la incursión. Los residentes de Kursk han recurrido a las redes sociales para manifestar su descontento por la falta de advertencias sobre la incursión y la ineficacia en la gestión de la crisis.
Particularmente en la aldea de Olgovka, situada a unos 17 kilómetros de la frontera, los habitantes describen un panorama desolador, con comentarios que evocan imágenes aterradoras y la sensación de haber quedado sin hogar. Un portavoz del pueblo indicó que algunos vecinos han sido asesinados o se encuentran desaparecidos debido a la falta de una evacuación oportuna.
En una reunión pública reciente, el exgobernador de Kursk, Roman Starovoit, ahora ministro de Transporte, admitió que hubo casos de saqueo por parte de las fuerzas militares rusas en una zona bajo su control, un hecho que fue inicialmente atribuido a los ucranianos por los medios oficiales. Starovoit espera que Khinshtein pueda superar las deficiencias en las comunicaciones que había evidenciado la administración de Smirnov, lo que ha sido identificado como una de las principales críticas a su gestión.