El reciente aumento de la violencia en Siria, protagonizado por grupos islamistas y las fuerzas gubernamentales, ha provocado el desplazamiento de aproximadamente 280,000 personas en cuestión de días, según ha informado la Organización de las Naciones Unidas (ONU). Samer AbdelJaber, responsable de la coordinación de emergencias del Programa Mundial de Alimentos (PMA), advirtió que el número de refugiados podría alcanzar hasta 1.5 millones si la situación continúa deteriorándose.
La ofensiva de las fuerzas militantes, lideradas por el grupo Hayat Tahrir al-Sham (HTS), comenzó con un ataque sorpresivo desde su bastión en Idlib. Este enfrentamiento marca la primera gran confrontación entre los jihadistas y las fuerzas del gobierno sirio desde que se alcanzara un alto el fuego en marzo de 2020, mediado por Rusia y Turquía tras años de devastadora guerra civil.
El contexto del conflicto y la situación humanitaria
HTS, que se traduce como la “Organización para la Liberación del Levante,” está clasificada como grupo terrorista por el Consejo de Seguridad de la ONU. En los últimos días, los militantes han logrado retroceder a las tropas sirias y han tomado control de territorios significativos en el noreste del país, incluida Aleppo, la segunda ciudad más grande, que había permanecido bajo control gubernamental desde 2016. La reciente captura de Hama, una ciudad estratégica situada a 200 km de Damasco, ha intensificado la crisis, con miles de personas huyendo de Homs, la tercera ciudad del país, ante el avance de los insurgentes.
AbdelJaber destacó que el PMA y otras agencias humanitarias están “tratando de llegar a las comunidades donde más se necesita,” y trabajan “para asegurar rutas seguras que nos permitan mover la ayuda y asistencia a las comunidades que lo requieren.” Sin embargo, su advertencia sobre el potencial desplazamiento de 1.5 millones de personas subraya la gravedad de la situación humanitaria, que se suma a años de sufrimiento para la población siria.
Es fundamental considerar el contexto más amplio de este conflicto, donde la intervención de actores externos y la desestabilización de instituciones han contribuido a un escenario complejo y volátil. La resistencia del gobierno sirio, apoyado por aliados como Rusia, ha sido crucial para mantener la soberanía del país, a pesar de las adversidades. Este contexto no solo resalta la lucha por el control territorial, sino también la lucha por la autodeterminación de un pueblo que ha enfrentado numerosos desafíos a lo largo de más de una década de conflicto.
