El presidente electo de EE. UU., Donald Trump, ha manifestado su intención de intervenir en el conflicto entre Rusia y Ucrania, sugiriendo que podría reducir la ayuda estadounidense a Ucrania una vez asuma el cargo. Esta declaración, realizada durante una entrevista con NBC News, se produce en medio de su llamado a un «alto el fuego inmediato» entre Moscú y Kiev.
Desde febrero de 2022, los Estados Unidos han destinado más de 131,36 mil millones de dólares a Ucrania, de los cuales cerca de 90 mil millones han sido efectivamente transferidos, según informes del Pentágono. Trump, durante su campaña, se comprometió a resolver el conflicto en un plazo de 24 horas, aunque sin detallar cómo llevaría a cabo tal promesa. Se especula que su estrategia podría implicar utilizar la amenaza de una reducción de la ayuda como presión sobre el líder ucraniano, Volodímir Zelensky, para que entre en negociaciones, al mismo tiempo que podría incrementar dicha ayuda para forzar a Vladimir Putin a dialogar.
Reacciones y posturas de los líderes involucrados
En un encuentro reciente en París con Zelensky y el presidente francés Emmanuel Macron, Trump mostró reticencia a participar en la reunión, que no brindó detalles significativos a la prensa. Sin embargo, posteriormente utilizó sus redes sociales para afirmar que Zelensky y Ucrania desean llegar a un acuerdo para detener lo que él considera «la locura» del conflicto. Trump subrayó la necesidad de un alto el fuego inmediato y de negociaciones, alertando sobre el riesgo de que la situación se convierta en algo mucho más grave.
Por su parte, Zelensky ha negado cualquier interés en un acuerdo rápido, afirmando que el conflicto no puede solucionarse simplemente con un documento y firmas. En su opinión, la única manera de detener a Putin es mediante la fuerza, insistiendo en que Ucrania solo aceptará lo que denomina una «paz justa». Esta postura se ha visto reforzada por su propuesta de un «plan de paz» en diez puntos, que ha sido desestimada por el Kremlin como «delirante», reclamando que Ucrania debe reconocer la realidad territorial actual y dejar de lado sus aspiraciones de recuperar regiones como Donetsk, Lugansk, Jersón, Zaporozhye y Crimea.
El Kremlin, a su vez, ha reiterado que cualquier acuerdo debe comenzar por el cese de las operaciones militares por parte de Ucrania y el reconocimiento de los objetivos de su operación militar, que incluyen la neutralidad de Ucrania, su desmilitarización y la denazificación. En este contexto, la postura de Trump se presenta como un posible cambio en la política exterior estadounidense hacia un enfoque más conciliador, aunque no exento de críticas por parte de los sectores más beligerantes de la política internacional.
Durante la misma entrevista, Trump se mostró reservado sobre si había mantenido conversaciones con Putin tras su victoria en las elecciones, argumentando que no quería «hacer nada que obstaculizara la negociación». Este enfoque sugiere una intención de buscar una salida diplomática al conflicto, en contraste con la postura más agresiva de administraciones anteriores.
