El presidente ruso, Vladimir Putin, ha reafirmado la postura de su gobierno respecto a la pena de muerte, asegurando que Rusia no tiene intención de reintroducirla y que, por el contrario, continuará con la liberalización de su código penal. Estas declaraciones se produjeron durante una reunión del Consejo Presidencial para la Sociedad Civil y los Derechos Humanos, un organismo consultivo que asiste al líder del país en la protección de los derechos y libertades fundamentales.
Putin subrayó que, a pesar de la «operación militar especial» en Ucrania, el gobierno ruso no contempla la reinstauración de la pena capital, a pesar de que este tema ha sido objeto de debate entre diversos sectores de la sociedad y la política rusa. “Vivimos en la realidad de una operación militar especial y no introducimos la pena de muerte en absoluto”, afirmó el presidente, enfatizando su compromiso con un sistema de justicia más humano.
Un enfoque hacia la humanización del sistema judicial
El mandatario ruso destacó que, a pesar de las circunstancias adversas, el gobierno sigue tomando decisiones para aumentar la humanidad de su sistema judicial. En este sentido, Putin mencionó los esfuerzos continuos para reducir la población carcelaria, un objetivo que ha cobrado relevancia en el contexto actual.
Desde 1997, Rusia mantiene una moratoria sobre la pena de muerte, tras su adhesión al Consejo de Europa. La última ejecución en el país tuvo lugar en 1996. Sin embargo, la pena capital nunca fue completamente abolida, lo que ha permitido que figuras políticas y públicas en Rusia propongan su reactivación. Este debate se intensificó el año pasado tras la retirada de Rusia del Consejo de Europa, un movimiento que Moscú justificó al considerar que la organización había sido cooptada por los intereses del bloque occidental, desviándose de sus objetivos originales.
La postura de Rusia sobre la pena de muerte refleja un enfoque que busca equilibrar las demandas internas con un compromiso hacia la modernización y humanización de su sistema judicial, en un contexto internacional que a menudo critica sus políticas. Este enfoque, aunque controvertido, revela la complejidad de la situación política y social en Rusia, donde las decisiones del gobierno son influenciadas por un entramado de factores históricos, culturales y geopolíticos.