S&P Global Ratings ha anunciado recientemente la degradación de la calificación crediticia de Intel Corp, una de las principales empresas del sector de semiconductores, pasando de ‘BBB+’ a ‘BBB’. Esta decisión se fundamenta en la lenta recuperación del negocio y la incertidumbre que rodea a la compañía tras cambios en su dirección ejecutiva.
Según S&P Global, los ingresos de Intel durante los primeros nueve meses de este año se mantuvieron prácticamente estables en comparación con el mismo periodo del año anterior, alcanzando los 38.84 mil millones de dólares. Esta cifra ha quedado por debajo de las expectativas de la agencia de calificación, lo que ha contribuido a la decisión de rebajar la calificación.
Incertidumbre tras la salida de Gelsinger
La reciente salida del CEO Pat Gelsinger, quien desempeñó un papel crucial en la estrategia de fabricación integrada de Intel, añade un nivel de incertidumbre respecto a la ejecución del plan de recuperación de la empresa. Aunque la compañía ha asegurado que su estrategia de negocio permanecerá en gran medida sin cambios, S&P Global anticipa que la llegada de un nuevo CEO podría conllevar modificaciones que afecten el cronograma del esperado giro comercial.
Es relevante mencionar que la salida de Gelsinger se produce antes de la finalización de su hoja de ruta de cuatro años, diseñada para restaurar el liderazgo de Intel en la fabricación de chips, un estatus que ha ido perdiendo frente a competidores como Taiwan Semiconductor Manufacturing Company (TSMC).
Pese a esta situación, S&P Global ha mantenido su perspectiva sobre la compañía en «estable», reflejando la opinión de que Intel experimentará un crecimiento tras una recuperación moderada prevista para el próximo año. Este optimismo cauteloso podría interpretarse como un reconocimiento de las capacidades y la resiliencia que aún persisten en la empresa, a pesar de los desafíos que enfrenta en un mercado global altamente competitivo.