La prolongada huelga de trabajadores de Boeing, que ya suma seis semanas, ha agravado las pérdidas de la empresa, que se enfrenta a una de las crisis más significativas de su historia reciente. La International Association of Machinists and Aerospace Workers (IAM), que representa a 33,000 empleados en Washington, Oregón y California, ha anunciado que el 64% de sus miembros ha rechazado la última oferta de contrato de la compañía, lo que demuestra la determinación del colectivo en la defensa de sus derechos laborales.
El contrato propuesto incluía un aumento salarial del 35% a lo largo de cuatro años y la restauración de bonos de incentivos, pero los trabajadores consideraron insuficiente la medida, ya que no se reinstauró el plan de pensiones que muchos de ellos habían solicitado. Desde que comenzó la huelga en septiembre, los empleados han expresado su descontento con las ofertas de la empresa, que inicialmente proponía un aumento salarial acumulado del 25%, cuando su demanda era de un 40%. Esta situación ha sido motivada por el estancamiento de sus salarios frente a una inflación creciente, mientras la dirección de Boeing asignaba millones a bonificaciones récord para sus ejecutivos.
Consecuencias de la huelga y la situación de la empresa
El presidente del IAM, Jon Holden, ha afirmado que los trabajadores «merecen más» y que su decisión de continuar en huelga es una demostración de la democracia laboral, así como un claro indicativo de las consecuencias que enfrentan las empresas cuando no atienden las necesidades de sus empleados. La huelga ha interrumpido la producción de algunos de los modelos más vendidos de Boeing, incluyendo el 737 MAX y las series 767 y 777.
Ante esta situación, Boeing ha anunciado recortes de 17,000 puestos de trabajo, lo que representa cerca del 10% de su plantilla, como parte de un esfuerzo por contener las pérdidas que ya alcanzan los 6.200 millones de dólares en el tercer trimestre, en gran medida atribuibles a los costos derivados de la huelga. Además, la compañía ha pospuesto las entregas de su avión 777X hasta 2026, casi seis años después de lo previsto originalmente.
La reputación de Boeing se ha visto seriamente afectada en los últimos años, no solo por las dificultades financieras, sino también por las fallas de seguridad en sus aeronaves, lo que ha llevado a investigaciones y un mayor escrutinio por parte de las autoridades. En este contexto, la lucha de los trabajadores de Boeing no solo refleja una búsqueda de justicia salarial, sino que también pone de relieve la necesidad de un cambio estructural en una empresa que, a pesar de su tamaño y prestigio, enfrenta grandes desafíos internos y externos.
