La despedida de Jesús Navas fue el gran acontecimiento del encuentro entre el Sevilla Fútbol Club y el Celta de Vigo. La afición sevillista, consciente de la trascendencia de este día, se volcó para rendir homenaje a su capitán, quien ha sido un pilar fundamental en la historia del club.
El estadio Ramón Sánchez-Pizjuán se adornó de manera especial, evocando las mejores noches que Navas ha proporcionado a su afición. En los prolegómenos del partido, se mostró un tifo que decía: «El Orgullo de Nervión«, destacando dos momentos de la carrera de Navas: su inicio prometedor y su consagración como un símbolo del sevillismo al besar el escudo del club que le ha dado tanto.
Ambos equipos se unieron para rendir tributo al 16 durante el Himno del Centenario; posteriormente, Navas realizó el saque de honor acompañado de sus hijos, un momento que subrayó la emotividad de la jornada.
A pesar de la presencia de 37.297 espectadores, el Sevilla tuvo un inicio titubeante. Sin la participación de Isaac Romero, José Ángel Carmona y Juanlu Sánchez, sancionados por Antiviolencia, el equipo parecía cargado de responsabilidad en un día que debería ser de celebración. Sin embargo, la afición continuó apoyando a su capitán en su último encuentro en Nervión.
La primera parte del partido fue dominada por el Celta, que mostró una actitud más atrevida en el césped. A pesar de algunas intentonas del Sevilla, como los intentos de Lukebakio y Navas, fue el equipo visitante el que se mostró más fuerte en los primeros compases. El Sevilla, por su parte, luchaba por encontrar el ritmo y la pausa necesarios para dominar el encuentro.
El momento clave del partido
El panorama cambió en la segunda mitad. El canterano Manu Bueno fue quien finalmente rompió el empate en el 65′, firmando un gol que desató la locura en el Sánchez-Pizjuán. Este tanto no solo significó la victoria, sino que también le otorgó a Navas la celebración que tanto merecía en su despedida. La afición estalló de alegría, y el ambiente se tornó festivo.
En el 70′, el momento más esperado llegó: el cartelón con el número 16 se alzó, y Navas recibió el reconocimiento de todos los presentes. Despidió uno a uno a sus compañeros y rivales, agradeciendo el apoyo que ha recibido a lo largo de su carrera. Besó el césped, un gesto cargado de simbolismo, antes de abandonar el campo entre lágrimas, consciente de que este era su último acto como jugador del Sevilla en su estadio.
A pesar de la emoción, el Celta no se rindió. Intentó buscar el empate, pero el Sevilla mostró una resiliencia admirable para mantener el resultado. En un final agónico, el equipo nervionense logró sostener el marcador, brindando a Navas una victoria especial en su despedida, un triunfo que queda grabado en la memoria de los aficionados y en la historia del club.
