En los últimos años, Marruecos ha realizado importantes inversiones en su industria cinematográfica con el objetivo de fomentar una cultura vibrante y de inspirar a la juventud a abrazar la magia del cine. Este esfuerzo no solo se centra en la promoción de obras de directores emergentes, sino que también busca establecer un lazo duradero entre los jóvenes y el séptimo arte.
El Festival Internacional de Cine de Marrakech es el epicentro de esta iniciativa. La fundación detrás del festival ha coordinado una campaña destinada a introducir el cine a las nuevas generaciones en varias ciudades del país, intentando cultivar tanto futuros profesionales del cine como espectadores asiduos. Según Ali Hajji, coordinador general del evento, el festival organiza una gira por escuelas y universidades en Marrakech, Rabat y Casablanca, llevando a cabo proyecciones dirigidas a un público juvenil que abarca desde niños de cuatro años hasta jóvenes de dieciocho.
En colaboración con instituciones educativas, el festival logra reunir a 700 estudiantes por cada proyección, lo que demuestra el compromiso de su equipo por motivar a los jóvenes a regresar a las salas de cine. Este enfoque no solo busca fortalecer la relación con los futuros espectadores, sino también enriquecer la experiencia de los cineastas al permitirles observar de primera mano la reacción del público ante sus obras.
El director Walter Salles, cuyo último trabajo, I’m Still Here, se presentó en Marrakech como entrada de Brasil para los Oscars, destaca la importancia de la diversidad de voces en el cine. «El cine tiene que ser polifónico por naturaleza», afirma Salles, añadiendo que el verdadero propósito del cine es desvelar partes del mundo que permanecen ocultas. Esta visión es compartida por Alfonso Cuarón, ganador de cinco Oscars, quien enfatiza que el proceso creativo real comienza cuando las audiencias ven las películas, ya que cada filme adquiere un nuevo significado en la mente y el corazón de quienes lo ven.
La iniciativa marroquí no solo se limita a la formación de una audiencia fiel, sino que también busca infundir un sentido de comunidad y pertenencia en torno al cine, asegurando así su supervivencia y crecimiento en un mundo donde el entretenimiento se diversifica constantemente. Con estos esfuerzos, Marruecos se posiciona como un referente en la promoción de la cultura cinematográfica en el mundo árabe y más allá.