La reciente actividad en el Congreso ha puesto de relieve la fragilidad del bloque de investidura del Gobierno español. En una semana marcada por tres derrotas del Ejecutivo a manos de Junts y, en menor medida, del PNV, el líder del PP, Alberto Núñez Feijóo, ha intensificado sus esfuerzos por crear una distancia entre Pedro Sánchez y sus socios. Este escenario se complica aún más por la mayoría absoluta que el PP ostenta en el Senado, una herramienta que puede utilizar para tensar aún más el equilibrio parlamentario que sostiene al Gobierno.
La situación se torna más crítica cuando se considera el mensaje de Carles Puigdemont, quien advirtió que «un año después, las cosas no van bien» en la relación con el Ejecutivo. Este comentario se produjo en un contexto en el que el PP y Junts se unieron para intentar suspender el impuesto sobre el valor de la producción eléctrica, evidenciando la posibilidad de alianzas inesperadas en el ámbito político. Mientras que el PP critica a Junts por su relación con Puigdemont, en este caso, celebran la habilidad negociadora de los independentistas en el Congreso, mostrando las contradicciones que caracterizan la política española actual.
El uso estratégico del Senado
La mayoría absoluta del PP en el Senado les permite vetar o modificar cualquier legislación a su antojo, sin embargo, cualquier cambio puede ser revocado por el Congreso, lo que requiere de una mayoría absoluta. Aquí reside el interés del PP en introducir enmiendas que tanto Junts como el PNV podrían aceptar, con el objetivo de forzar al Gobierno a renegociar las leyes antes de su aprobación definitiva.
El reciente proyecto de ley sobre el impuesto mínimo global a las multinacionales es un claro ejemplo de esta estrategia. El PP ha presentado una serie de enmiendas que buscan atraer a los partidos independentistas, como lo indicó Juan Bravo, vicesecretario de Economía del PP, quien comentó que «intentamos leer también las sensibilidades y lo que buscan otros partidos». Este enfoque ha llevado a Junts y al PNV a reafirmar su lealtad al paquete fiscal acordado con el Gobierno, aunque también están abiertos a negociar las enmiendas presentadas por los populares.
El PP es consciente de la oportunidad que tiene para desestabilizar la relación entre el PSOE y Junts, y ha continuado las conversaciones con la intención de introducir enmiendas pactadas en la ley que se votará en el Senado. Esta maniobra obligaría al Gobierno a sentarse nuevamente a la mesa con Junts para discutir los cambios propuestos, lo que podría resultar en una victoria política para el PP.
En este contexto, es relevante señalar que la dirección del PP considera que el entendimiento con Junts se produce en un «área económica que suele coincidir en dos partidos conservadores». Esta percepción refuerza la idea de que el actual Ejecutivo de Sánchez no representa una «mayoría progresista», dado que ni Junts ni el PNV pueden ser considerados como tales. La inquietud de ERC sobre la posible colaboración entre Puigdemont y el PP también resuena en el debate político, lo que sugiere que las alianzas en la política española son cada vez más dinámicas y complejas.