Las autoridades sanitarias de la República Democrática del Congo han identificado una enfermedad previamente desconocida como una forma severa de malaria. Este anuncio se produce en medio de un brote que ha afectado a la provincia suroeste de Kwango, donde se han reportado 143 muertes solo en el mes de noviembre.
Los síntomas de esta enfermedad incluyen fiebre, dolor de cabeza, tos, secreción nasal y dolores corporales. El Ministerio de Salud del país ha declarado que «el misterio finalmente ha sido resuelto: se trata de un caso de malaria severa que se presenta como una enfermedad respiratoria». Este hallazgo resalta la compleja situación de salud en la región, donde la desnutrición generalizada ha aumentado la susceptibilidad a la enfermedad.
Contexto del brote y respuesta internacional
Desde octubre, se han reportado 592 casos de esta enfermedad, con una tasa de letalidad del 6,2%. La mayoría de los afectados son niños. El brote se concentra en nueve de las 30 áreas de la zona de salud de Panzi, ubicada a aproximadamente 700 km de Kinshasa, lo que ha complicado las investigaciones y los esfuerzos de respuesta.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) ha enviado un equipo de expertos a la región de Panzi para ayudar en la identificación de la enfermedad y en la gestión del brote. La semana pasada, el Director General de la OMS, Tedros Adhanom Ghebreyesus, reveló que diez muestras iniciales de pacientes afectados en la RDC habían dado positivo por malaria. Sin embargo, enfatizó que este hallazgo no descartaba la presencia de otras enfermedades que podrían estar ocurriendo simultáneamente.
El ministro de salud provincial, Apollinaire Yumba, informó que el tratamiento para la malaria proporcionado por la OMS se está distribuyendo en el hospital principal y en las instalaciones de salud de la región. La malaria, una de las enfermedades infecciosas más mortales a nivel global, es transmitida por mosquitos infectados y puede tardar semanas en mostrar síntomas. Aunque es tratable, sigue siendo una amenaza significativa en los países en desarrollo, reclamando aproximadamente 600,000 vidas anualmente, de las cuales el 93% se registran en África.