La creciente preocupación por las violencias digitales ha llevado a la creación de iniciativas como la Línea de Apoyo (LA), un proyecto que se ha convertido en un pilar fundamental para muchas víctimas en el contexto actual. Desde su establecimiento en 2020, esta colectiva transfeminista ha registrado más de 2,300 solicitudes, evidenciando la magnitud del problema y la confianza que las personas depositan en sus servicios. Gissell Santos, psicóloga social y comunicadora, destaca que, a pesar de los esfuerzos, no siempre es posible ofrecer soluciones rápidas a las complejidades que enfrentan las víctimas.
El impacto de la pandemia en las violencias digitales
La pandemia de COVID-19 ha acelerado el uso de herramientas digitales, pero también ha intensificado las violencias en línea. Un informe reciente revela que, en 2020, se reportaron un promedio de 143 llamadas de auxilio relacionadas con violencia por hora, lo que subraya el carácter estructural de este fenómeno. La Línea de Apoyo ha atendido un notable porcentaje de casos relacionados con plataformas de Meta, donde se ha observado que el 57.8% de los ataques provienen de estos espacios, destacando Facebook como un entorno particularmente hostil para las mujeres.
Entre los métodos de ataque más comunes se encuentran el zoombombing, la suplantación de identidad y la difusión de contenido íntimo no consensuado. En este contexto, el informe señala que el 68.58% de las violencias digitales se manifiestan como acoso y amenazas, subrayando la necesidad de una respuesta estructurada y efectiva por parte de las plataformas digitales.
A pesar de iniciativas como «Stop NCII», que busca prevenir la difusión de imágenes sin consentimiento, las críticas a la falta de un compromiso real por parte de las plataformas son recurrentes. Desde la Línea de Apoyo, se enfatiza la importancia de la alfabetización digital y el fortalecimiento de redes de apoyo, ya que la responsabilidad no puede recaer únicamente en las víctimas.
El informe también expone que más del 90% de las solicitudes atendidas entre 2020 y 2023 provinieron de mujeres y disidencias, con un 37% de los agresores siendo exparejas. Este fenómeno de violencia machista se ve agravado por la cercanía de los agresores, quienes utilizan la información personal como herramienta de coerción.
Un caso emblemático es el de Sofía, una creadora de contenido que sufrió ataques masivos tras publicar un video irónico sobre maternidad. Estos ataques incluyeron doxing y acoso organizado, lo que resalta la vulnerabilidad de las mujeres en el espacio digital y la necesidad de desarrollar mecanismos de protección más efectivos.
La Línea de Apoyo se distingue por su enfoque transfeminista, que busca no solo brindar apoyo psicológico y técnico, sino también construir espacios de confianza y desactivar la culpa. Sin embargo, las limitaciones son evidentes; como se menciona en el informe, es fundamental que se implementen políticas públicas y que las plataformas asuman una mayor responsabilidad en la protección de sus usuarios.
La lucha por una Internet libre de violencia es un desafío que trasciende el ámbito digital y aborda las raíces de nuestras estructuras sociales, donde la violencia machista y patriarcal sigue teniendo un impacto profundo. Transformar el espacio digital no es solo una tarea técnica, sino también política, que requiere visibilizar las violencias y tejer redes de apoyo solidarias.