La desinformación sobre la ciencia se presenta como un desafío significativo que afecta decisiones personales, la democracia y la política pública. Así lo señala David Lazer, profesor de la Universidad Northeastern y coautor de un reciente informe de las Academias Nacionales de Ciencias, Ingeniería y Medicina de Estados Unidos. Este estudio, publicado el jueves pasado, evalúa la prevalencia de la desinformación científica y propone medidas para mitigar su impacto.
Lazer, quien forma parte del Comité sobre la Comprensión y el Abordaje de la Desinformación sobre la Ciencia, ha trabajado en la evaluación de cómo se propaga esta problemática y ha conceptualizado formas de limitar sus efectos perjudiciales. Según Lazer, «la desinformación socava la elección, la agencia individual y la democracia».
Impactos de la desinformación en la salud y la política
El informe no solo define conceptos de desinformación y desinformación científica, sino que también destaca sus consecuencias y sugiere direcciones para futuras investigaciones. Durante más de dos años, el comité examinó casos graves de desinformación, especialmente en el ámbito de la medicina. Lazer menciona, por ejemplo, que «la crisis de los opioides fue impulsada por afirmaciones falsas sobre la falta de adicción de medicamentos como el OxyContin», indicando que empresas como Purdue Pharma engañaron al público y comprometieron la toma de decisiones informadas.
La ciencia, como señala Lazer, es fundamental para que las personas comprendan el mundo que les rodea. Sin embargo, la desinformación distorsiona esas elecciones, frecuentemente en detrimento de los intereses individuales. Además, afecta la formulación de políticas. «Si los líderes malinterpretan la ciencia, las políticas pueden no alinearse con las necesidades del público», advierte.
Las redes sociales tienen un papel destacado en la propagación de la desinformación, pero Lazer enfatiza que la información errónea proveniente de fuentes consideradas confiables, como algunos medios de comunicación, puede tener un impacto aún mayor. «La mala interpretación de hallazgos científicos puede ser más dañina que las afirmaciones falsas en redes sociales», añade.
El informe hace un llamado a la acción específica, especialmente donde la desinformación representa riesgos graves para la salud y el bienestar. «Si las personas abusan o evitan medicamentos debido a malentendidos, las consecuencias pueden ser severas», subraya Lazer.
La confianza comunitaria se identifica como un elemento clave en la lucha contra la desinformación. «Si la gente desconfía de la ciencia, también desconfía de las instituciones científicas, creando un terreno fértil para las falsedades», explica. El informe propone mejorar la comunicación entre las instituciones científicas y las comunidades que son escépticas, marginadas o culturalmente diversas.
Para contrarrestar la desinformación, Lazer aboga por esfuerzos sistémicos que incluyan herramientas que ayuden a las personas a reconocer información falsa. Destaca, además, la dificultad de abordar la desinformación en sistemas complejos, donde las intervenciones en un área pueden desplazar problemas a otras. Por ejemplo, durante las elecciones de 2020, Facebook penalizó a los grupos que difundían afirmaciones falsas, pero la desinformación continuó propagándose a través de la re-compartición individual.
El informe llama a la acción conjunta de múltiples actores, incluidos científicos, universidades, organizaciones de la sociedad civil, financiadores de la investigación científica, periodistas y organizaciones de medios de comunicación, así como plataformas de redes sociales. La colaboración es esencial para abordar la desinformación y aumentar la disponibilidad, visibilidad y acceso a información científica creíble.
