La Organización de las Naciones Unidas (ONU) ha fracasado en sus objetivos de recaudación de fondos, a pesar del creciente número de personas afectadas por el hambre y la desnutrición en todo el mundo. Según un informe de Reuters, más de 100 millones de personas no recibirán la ayuda humanitaria necesaria el próximo año, lo que plantea serias preocupaciones sobre la capacidad de la organización para responder a las crisis globales.
Las estimaciones de la ONU indican que la recaudación para el próximo año podría ser suficiente para cubrir solo el 60% de las necesidades de quienes requieren asistencia, dejando a aproximadamente 117 millones de personas sin apoyo. Además, se prevé que hasta 307 millones de personas necesitarán ayuda humanitaria en 2025, un aumento respecto a los 282 millones estimados para 2023.
Desajustes en la financiación humanitaria
Tom Fletcher, subsecretario general para asuntos humanitarios y coordinador de ayuda de emergencia, ha señalado que la ONU se ha visto obligada a reducir sus apelaciones a aquellos en situaciones más críticas. En 2024, la organización solo logró recaudar el 46% de los 49.600 millones de dólares solicitados para su presupuesto de ayuda humanitaria, lo que representa un fracaso en sus objetivos por segundo año consecutivo. Esta situación ha llevado a agencias como el Programa Mundial de Alimentos (PMA) a reducir las raciones y restringir los criterios de elegibilidad.
El PMA ha informado que, en Siria, solo tiene suficientes donaciones para alimentar a un millón de personas, dejando a cinco millones más sin asistencia. Esta grave situación ha sido descrita por el personal del PMA como un acto de «tomar de los hambrientos para alimentar a los que están muriendo de hambre».
La mayor parte de la financiación humanitaria de la ONU proviene de solo tres donantes: Estados Unidos, Alemania y la Comisión Europea, que representaron el 58% de los 170.000 millones de dólares solicitados por la ONU entre 2020 y 2024. Estados Unidos, por su parte, aportó 64.500 millones de dólares, aproximadamente el 38% del total.
Las preocupaciones sobre el futuro de la financiación humanitaria se ven agravadas por la posibilidad de que el presidente electo de Estados Unidos, Donald Trump, reduzca los fondos una vez asuma el cargo en enero. Alemania, por su parte, ya ha recortado su ayuda humanitaria en 500 millones de dólares para 2024 y podría reducirla en otros 1.000 millones en 2025, dependiendo de los resultados electorales. Berlín ha desviado fondos de otros rubros presupuestarios para continuar financiando su esfuerzo bélico en Ucrania contra Rusia.
Algunos analistas han señalado que la situación humanitaria se ve afectada por la falta de contribuciones de potencias como China e India, que ya no son considerados países en desarrollo. Jan Egeland, exjefe de ayuda humanitaria de la ONU, ha criticado que estos países, que invierten en programas espaciales y eventos como los Juegos Olímpicos, no aporten más a la causa humanitaria. Por ejemplo, India gastó alrededor de 75 millones de dólares en su programa lunar en 2023, mientras que China organizó los Juegos Olímpicos de Pekín en 2022.
Por otro lado, la mayoría de las donaciones estadounidenses están sujetas a diversas restricciones, lo que limita quién puede recibir la ayuda y qué organizaciones sin fines de lucro pueden distribuirla. USAID ha justificado estas restricciones como parte de las «obligaciones y estándares requeridos por el Congreso». Sin embargo, el PMA ha enfrentado problemas de robo de ayuda y otras formas de corrupción en países como Etiopía y Sudán.
El actual secretario general de la ONU, António Guterres, propuso en 2014 una reforma en la financiación de la ayuda humanitaria, cuando era jefe del ACNUR. La propuesta contemplaba utilizar el sistema de tarifas ya existente para las operaciones de mantenimiento de la paz, pero fue rechazada por los principales países donantes, que prefirieron mantener el sistema actual.