El reciente accidente del vuelo 7C2216 de Jeju Air ha sacudido el panorama aeronáutico surcoreano, dejando un luctuoso saldo de víctimas, con solo dos de las 181 personas a bordo sobrevivientes. Este incidente, que se produjo en el Aeropuerto Internacional de Muan, es considerado el peor desastre aéreo en Corea del Sur en varias décadas.
Las autoridades surcoreanas, lideradas por el presidente en funciones Choi Sang-mok, han instado a una inspección de emergencia sobre la flota de Boeing 737-800, el modelo implicado en la tragedia. Este avión es uno de los más utilizados a nivel mundial y cuenta con un historial de seguridad relativamente sólido, aunque su predecesor, el Boeing 737 Max, estuvo envuelto en controversias tras dos accidentes fatales en 2018 y 2019, que resultaron en la pérdida de 346 vidas.
Contexto del accidente y posibles causas
El Boeing 737-800, en servicio desde 1997, ha demostrado ser una aeronave fiable, con más de 4,400 unidades operativas en todo el mundo, representando aproximadamente el 17% de la flota de aviones comerciales en funcionamiento. Sin embargo, el avión involucrado en el accidente tenía más de 15 años de antigüedad y había sido entregado a Jeju Air tras haber sido utilizado previamente por la aerolínea de bajo costo Ryanair.
A pesar de la robustez del 737-800, los expertos en aeronáutica consideran poco probable que se descubra un fallo de diseño que explique el accidente. Richard Aboulafia, director de AeroDynamic Advisory, ha señalado que la posibilidad de encontrar un defecto de diseño en un modelo que ha estado en operación durante años es «casi inconcebible». Las investigaciones, que se prevé que se prolonguen durante más de un año, han suscitado muchas preguntas, especialmente sobre por qué el tren de aterrizaje no se desplegó en el momento crítico.
Una de las teorías que se han barajado en torno al accidente sugiere que un posible impacto con aves podría haber desactivado los motores, complicando la situación para la tripulación. Jeff Guzzetti, exinvestigador de seguridad aérea de la Junta Nacional de Seguridad del Transporte de EE. UU., ha indicado que, si esa hipótesis es cierta, es posible que los pilotos no hayan tenido tiempo para llevar a cabo los procedimientos de emergencia necesarios.
La investigación está siendo liderada por la NTSB (Junta Nacional de Seguridad del Transporte de EE. UU.), que incluye a Boeing y la FAA, dado que el avión fue fabricado y certificado en Estados Unidos. Bajo los protocolos internacionales, el país donde ocurrió el accidente tiene la primacía en la investigación, lo que subraya la importancia de la colaboración internacional en la mejora de la seguridad aérea.