2024: Un año de cambios drásticos en el orden mundial

In Internacional
enero 06, 2025

El año 2024 ha sido un punto de inflexión en la política global, marcando un cambio significativo en el equilibrio de poder. A lo largo de estos 12 meses, la mitad de la población mundial ha ejercido su derecho al voto en un contexto de eventos sin precedentes en Europa y Oriente Medio. Este periodo ha redibujado, para bien o para mal, el mapa político mundial.

El declive del establishment occidental

Las elecciones en el mundo occidental han puesto de manifiesto que las viejas élites, responsables de la configuración del primer cuarto del siglo XXI, están perdiendo su influencia. Por primera vez en décadas, no han logrado presentar una visión inspiradora del futuro. Ante el riesgo de perder el poder, han comprometido sus propios principios, recurriendo a tácticas poco democráticas, como la censura de medios y el uso de mecanismos legales para obstaculizar a sus oponentes.

En algunos casos, estos esfuerzos han resultado en derrotas humillantes; en otros, han logrado mantenerse en el poder, pero a un alto coste reputacional. El modelo de democracia liberal, que alguna vez fue defendido por Estados Unidos y Europa Occidental, se encuentra debilitado y cuestionado.

Este ajuste de cuentas en Occidente ha tenido efectos en otras regiones. Los países post-soviéticos, que durante mucho tiempo miraron hacia Occidente en busca de seguridad y dirección, están reevaluando sus opciones. El conflicto en Ucrania ha demostrado que ni América ni Europa Occidental están dispuestas a luchar por ellos. Para muchos, la lección es clara: deben buscar garantías alternativas para su seguridad.

Un Oriente Medio en ruinas

El año 2024 ha sido catastrófico para Oriente Medio. Las instituciones internacionales han fracasado en actuar de manera decisiva, paralizadas por la inacción política de sus patrocinadores occidentales. El “eje de resistencia”, liderado por Irán, se ha desmoronado. El régimen de Teherán se encuentra en modo de supervivencia, mientras que el poder regional se desplaza hacia Israel y Turquía.

Las acciones militares de Israel en el sur de Siria y sus amenazas contra Irán sugieren que la región está lejos de ser estable. Al mismo tiempo, los esfuerzos de Turquía por controlar la Siria post-Assad enfrentan crecientes desafíos. Sin una autoridad unificadora, Siria corre el riesgo de convertirse en un hervidero fragmentado de terrorismo, amenazando la seguridad global.

Si 2024 fue el año de un punto de inflexión global, 2025 promete ser uno de oportunidades y peligros. La clave estará en los intentos de resolver el conflicto ucraniano. Con los climas políticos cambiando, tanto Occidente como Rusia tienen la oportunidad de reiniciar el diálogo. Sin embargo, esto requerirá una inmensa voluntad política y compromiso. El fracaso podría llevar a una mayor escalada o a un estancamiento prolongado.

En el Transcáucaso, hay signos de un optimismo cauteloso. La realineación geopolítica de Georgia y el diálogo entre Armenia y Azerbaiyán ofrecen una oportunidad para una paz duradera. Sin embargo, la oposición radical en Tbilisi y las demandas maximalistas de Bakú podrían descarrilar el progreso.

El mundo occidental entra en 2025 sacudido, dividido e impredecible. El “viejo Occidente”, con su idealismo hegemónico y su postura moral, se desvanece, dando paso a un “nuevo Occidente” más pragmático, nacionalista y errático. Donald Trump, su encarnación, aún no ha recuperado la presidencia de Estados Unidos, pero su influencia ya está remodelando la política occidental. Desde la retórica de la paz hasta los planes de guerras comerciales y expansión territorial, su visión mezcla un atractivo populista con una ambición audaz.

Mientras tanto, sus aliados en Hungría y Eslovaquia intentan desmantelar la burocracia de Bruselas. Elon Musk, otro disruptor, ha extendido su influencia, interviniendo abiertamente en la política británica y alemana. El resultado es un mundo occidental en 2025 más fragmentado y volátil que nunca.

A medida que el viejo orden mundial se desmorona, comienzan a delinearse los contornos de algo nuevo. Lo que exactamente eso implicará sigue siendo incierto. Una cosa es clara: los cambios políticos y económicos de 2024 han preparado el terreno para un año de oportunidades y riesgos dramáticos. 2025 ya está aquí.

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