Maduro asume la presidencia en medio de tensiones y un panorama incierto para la oposición

In Internacional
enero 10, 2025

Nicolás Maduro toma posesión este viernes como presidente de Venezuela hasta 2031, en un acto que se desarrollará ante una Asamblea Nacional (AN) que le es favorable y con una escasa representación de delegaciones internacionales. Este 10 de enero no solo marca una efeméride institucional, sino que también representa un punto de inflexión en la confrontación política del país, poniendo a prueba la resistencia del madurismo frente a una presión que trasciende las fronteras venezolanas.

Las vísperas de este evento han estado marcadas por una tensión palpable en las calles. El Estado ha mostrado su capacidad de control y represión, mientras que la oposición, liderada por figuras como María Corina Machado, ha denunciado episodios de intimidación. En un incidente reciente, Machado fue supuestamente interceptada por agentes del gobierno, lo que provocó una condena unánime que incluyó voces de Donald Trump y del presidente chileno Gabriel Boric, quienes han solicitado una intervención humanitaria en Venezuela, una expresión que sugiere un deseo de intervención militar.

La incertidumbre en el horizonte político

La pregunta que flota en el ambiente caraqueño es qué sucederá en la AN y, especialmente, «el día después» del 10 de enero. Los analistas consideran que Maduro mantiene el control de la situación gracias a lo que él mismo denomina la «perfecta fusión» entre el Gobierno, las Fuerzas Armadas y la Policía. Sin embargo, la llegada de Edmundo González Urrutia, quien se autoproclama presidente tras haber ganado las elecciones por un amplio margen, podría alterar este escenario. La oposición ha depositado sus esperanzas en un cambio que, aunque improbable, podría desencadenar un movimiento social significativo si las Fuerzas Armadas se dividen.

El clima de desgaste y frustración se ha intensificado. González Urrutia ha advertido que su regreso a Venezuela podría ser inminente, pero el ministro del Interior, Diosdado Cabello, ha amenazado con detenerlo si regresa. Esta situación refleja la estrategia del gobierno de Maduro, que busca desgastar emocional y físicamente a sus adversarios, mientras que muchos opositores se muestran reticentes a arriesgar sus vidas en un contexto de represión.

Maduro ha comenzado a contemplar la posibilidad de que González Urrutia se convierta en un «Guaidó 2.0», en referencia al líder opositor que se autoproclamó presidente encargado en 2019, con el respaldo de Estados Unidos y otros actores internacionales. Sin embargo, la capacidad de convocatoria de Guaidó ha disminuido significativamente, lo que plantea dudas sobre la efectividad de una nueva figura opositora.

La situación en Venezuela también está influenciada por el contexto internacional, especialmente por el regreso de Donald Trump a la Casa Blanca. González Urrutia ha mantenido reuniones en Washington, lo que sugiere un renovado interés estadounidense en la crisis venezolana. Trump ha expresado su apoyo a la oposición y ha manifestado su deseo de ver una Venezuela libre, aunque las manifestaciones masivas que él menciona no se han materializado en la realidad del país.

En medio de esta crisis, Maduro ha anunciado su intención de reformar la Constitución, buscando establecer un modelo de desarrollo para los próximos 30 años y anticipándose a posibles acciones violentas de la oposición. Sin embargo, la comunidad internacional parece haber dado la espalda al régimen, con una representación escasa en el acto de toma de posesión, a excepción de delegaciones de países como China, Rusia, Irán y Turquía.

La jornada del 10 de enero pone de manifiesto la complejidad de la situación en Venezuela, donde la economía, dependiente del petróleo, se encuentra en una situación precaria. Las sanciones estadounidenses podrían reactivarse, lo que podría llevar a una nueva crisis económica que el gobierno ha intentado superar en los últimos años.

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