Durante décadas, los astrónomos han intentado desentrañar el origen de Charon, la inusualmente grande luna de Plutón, que representa aproximadamente la mitad del tamaño del planeta enano. Recientes investigaciones sugieren que Plutón y Charon podrían haberse unido brevemente hace miles de millones de años en un evento denominado “colisión de beso y captura”. Este nuevo enfoque desafía las teorías previas que postulaban que Charon se formó de manera similar a la Luna de la Tierra, es decir, a partir de los escombros generados por un impacto. Sin embargo, según los investigadores, Plutón y Charon, al ser cuerpos fríos y rocosos en el borde del sistema solar, presentan características únicas que alteran este modelo tradicional.
La investigación, liderada por Adeene Denton y publicada en la revista Nature Geoscience, plantea que, a diferencia de otros escenarios de colisión planetaria que se clasifican como «golpes y fuga» o «rasguños y fusión», en este caso, los cuerpos colisionaron y permanecieron unidos temporalmente antes de separarse, pero manteniendo una atracción gravitacional. Este fenómeno se asemeja a dos patinadores que giran juntos mientras se sostienen de las manos. La implicación de este modelo es significativa, ya que podría ofrecer nuevos conocimientos no solo sobre la formación de Plutón y Charon, sino también sobre la evolución de otros cuerpos en el cinturón de Kuiper, donde se encuentran múltiples objetos helados.
La formación de lunas y la posibilidad de un océano subsuperficial
Se ha observado que tanto Charon como la Luna de la Tierra son proporciones considerablemente grandes en comparación con los planetas que orbitan, lo cual es diferente de las pequeñas lunas que acompañan a otros planetas del sistema solar. Por ejemplo, Marte está acompañado por dos lunas diminutas, Phobos y Deimos, que se cree que son asteroides capturados por su gravedad. La investigación reciente sugiere que los impactos de grandes cuerpos como el que formó Charon podrían haber generado suficiente calor como para derretir parte del hielo en la corteza de Plutón, lo que podría indicar la existencia de un océano subsuperficial. Este escenario abre nuevas preguntas sobre las condiciones térmicas previas de Plutón y su evolución a lo largo de la historia del sistema solar.
Los hallazgos de este estudio no solo son un ejemplo de los avances en la física numérica aplicada a la geología planetaria, sino que también sugieren que eventos similares podrían haber ocurrido en otros objetos del cinturón de Kuiper. La posibilidad de que Plutón haya experimentado un proceso de calentamiento interno tras la separación de Charon, conocido como calentamiento por marea, plantea interrogantes sobre la singularidad del sistema Plutón-Charon en comparación con otros cuerpos celestes. Así, la investigación abre un abanico de nuevas posibilidades sobre la formación y la historia de los objetos en el cinturón de Kuiper, así como sobre la naturaleza de los océanos en mundos lejanos.