El año 2024 se ha caracterizado por una serie de eventos climáticos extremos que han tenido un impacto significativo en la vida de millones de personas en todo el mundo. Desde las persistentes sequías en el sur de África y América Central hasta las devastadoras lluvias en España y el mortal huracán Helene en la costa este de Estados Unidos, el cambio climático se ha manifestado de manera alarmante.
Un estudio realizado por un equipo internacional de científicos, encabezado por la Dra. Wenxia Zhang del Instituto de Física Atmosférica de la Academia China de Ciencias, proporciona un análisis exhaustivo de los eventos climáticos más notables de este año. En su trabajo, publicado en la revista Advances in Atmospheric Sciences, los investigadores examinan las características y los impactos de fenómenos como las inundaciones, los ciclones tropicales y las sequías, así como sus causas y el papel del calentamiento global.
El papel del cambio climático en los eventos extremos
La Dra. Zhang y su equipo han estado llevando a cabo revisiones anuales de los extremos climáticos desde 2022. En 2024, encontraron que el año estuvo marcado por lluvias excepcionales y inundaciones. Según el Dr. James Risbey, coautor del estudio, «la mayoría de los eventos extremos tienen un gran elemento aleatorio, ya que están sujetos a fluctuaciones en el clima y ocurren cuando los patrones meteorológicos se configuran de la manera ‘correcta'». Sin embargo, el fenómeno de El Niño, que se produjo durante el invierno de 2023/24, ha influido en muchas de las lluvias extremas y sequías observadas este año.
A pesar de que El Niño es un factor importante, no explica por completo los eventos individuales. La ciencia de atribución de eventos extremos ha demostrado que el cambio climático inducido por el ser humano ha exacerbado muchas de estas situaciones, incrementando así sus impactos socioeconómicos. «La influencia del cambio climático puede ser directa, a través de procesos físicos que causan el extremo, o indirecta, al influir en el clima y los grandes impulsores», añade el Dr. Risbey.
El aumento de la humedad atmosférica y la demanda de evaporación debido al calentamiento antropogénico son factores que probablemente han intensificado tanto las lluvias extremas como las sequías. No obstante, el equipo de investigación advierte que aún existen retos significativos en la comprensión y atribución de estos fenómenos. Las inconsistencias entre los extremos observados y modelados, especialmente en el caso de las lluvias extremas, limitan la confianza en los resultados de atribución.
Por otro lado, la capacidad para prever y comunicar la ocurrencia de eventos extremos es crucial para mitigar sus efectos. El Dr. Zhuo Wang, de la Universidad de Illinois, señala que algunos eventos, como el huracán Helene, fueron bien pronosticados, pero los impactos destructivos se debieron en parte a la vulnerabilidad de las comunidades no preparadas ante un clima cambiante. En este sentido, el Dr. Piotr Wolski de la Universidad de Ciudad del Cabo enfatiza que, aunque mejorar la calidad de las previsiones es importante, es aún más crucial la adecuada difusión de las advertencias y la acción consecuente para reducir las vulnerabilidades existentes.
A medida que se avanza hacia un escenario de inevitabilidad respecto a los eventos climáticos extremos, se vuelve imperativo no solo entender mejor los impulsores que los generan, sino también desarrollar sistemas efectivos para actuar rápidamente en función de la información disponible. La urgencia de esta necesidad se ha hecho evidente en situaciones recientes, como las devastadoras inundaciones y deslizamientos de tierra en Valencia, donde la frustración y el descontento de la población afectada han sido palpables.
