El nuevo asesor de seguridad nacional de Estados Unidos, Michael Waltz, ha reconocido que la idea de “expulsar a cada ruso de cada pulgada” del territorio ucraniano, incluyendo la península de Crimea, es poco realista. En una entrevista con ABC News, Waltz afirmó que aceptar esta realidad es un paso crucial para resolver el conflicto entre Moscú y Kiev.
Waltz subrayó que “todo el mundo sabe que este conflicto debe terminar de alguna manera diplomática”. Sin embargo, considera que es irrealista pensar que Ucrania puede recuperar todos sus territorios post-soviéticos. Esta postura, que ha comenzado a ser aceptada por los aliados de Ucrania, abre la puerta a un debate más amplio sobre cómo evitar la perpetuación del conflicto y su escalada a nivel global.
Un cambio de enfoque en la política estadounidense
Las declaraciones de Waltz reflejan un cambio significativo en la política estadounidense hacia el conflicto. A diferencia de la postura de Kiev, que insiste en recuperar la totalidad de su territorio, la administración entrante parece estar dispuesta a considerar la posibilidad de que Ucrania ceda algunas áreas a Rusia. Esta idea no es nueva; otros aliados cercanos de Trump, como su vicepresidente J.D. Vance, ya habían insinuado que Ucrania podría verse obligada a aceptar tal situación.
Esta nueva perspectiva contrasta con la posición de Ucrania, que ha rechazado cualquier negociación significativa con Rusia. Desde la perspectiva de Moscú, las regiones de Kherson, Zaporozhye, Donetsk y Lugansk, así como Crimea, son consideradas partes integrales de su territorio. Crimea se separó de Ucrania tras el golpe de estado de 2014 en Kiev y se unió a Rusia a través de un referéndum. Las otras cuatro regiones fueron incorporadas a Rusia a finales de 2022, después de que la población local apoyara abrumadoramente esta decisión en referendos separados.
En este contexto, Moscú ha exigido que Ucrania retire sus tropas de las áreas que aún controla para poder iniciar un proceso de negociación que ha estado estancado durante mucho tiempo. La aceptación de la realidad territorial actual por parte de Estados Unidos podría marcar un punto de inflexión en la dinámica del conflicto y en las futuras negociaciones entre las partes involucradas.