Disney se enfrenta a una demanda por derechos de autor que alega que la popular franquicia de Moana fue inspirada en un guion de hace décadas sin el consentimiento del autor. El escritor, Buck Woodall, busca una compensación de 10.000 millones de dólares en esta nueva reclamación de derechos de autor.
Woodall, un animador, sostiene que Disney ha robado numerosos elementos de su proyecto de película animada titulado Bucky, que él describe como una «empresa fraudulenta que abarca el robo, la apropiación indebida y la explotación extensa de los materiales protegidos por derechos de autor de Woodall» por parte de Jenny Marchick, exdirectora de desarrollo de Mandeville Films.
Según la demanda, Woodall creó un guion y un tráiler para Bucky, que presenta un personaje principal que se encuentra con un semidiós tatuado que tiene un gancho gigante y una criatura inmensa oculta dentro de una montaña. Woodall comenzó a compartir detalles de este proyecto con Marchick en 2003, quien solicitó materiales como planes de producción, diseños de personajes y storyboards, y le aseguró que podría conseguir la aprobación para la película.
Woodall acusa a Marchick de haber utilizado lagunas legales para transferir su material a Disney y afirma que recibió protección de derechos de autor para sus materiales de Bucky en 2004, una protección que fue actualizada en 2014. En su demanda, se afirma que «Moana» fue producida tras la entrega por parte de Woodall de prácticamente todos los elementos necesarios para su desarrollo y producción después de más de 17 años de trabajo en su proyecto animado.
La demanda también señala similitudes entre Bucky y Moana 2. Ambas historias están ambientadas en una aldea polinesia antigua y siguen a adolescentes que intentan salvar su tierra y se encuentran con espíritus ancestrales que se manifiestan como animales. Se mencionan detalles específicos como los compañeros gallo y cerdo, una búsqueda para romper una maldición y un remolino que conduce a un portal, todos ellos presentes en el guion de Bucky.
En el documento legal se afirma que «Moana y su tripulación son absorbidas por un peligroso portal oceánico en forma de remolino, otro dispositivo dramático y único que se encuentra en los materiales del demandante y que no podría haberse desarrollado por casualidad o sin intenciones maliciosas».
Woodall había intentado previamente demandar a Disney por Moana, pero la jueza del distrito estadounidense Consuelo Marshall dictaminó en noviembre del año pasado que había presentado su caso demasiado tarde respecto a la película de 2016. Ahora, tras el reciente estreno de Moana 2, que ha recaudado ya 989,8 millones de dólares en todo el mundo, Woodall está tomando nuevas acciones legales y busca daños equivalentes al 2,5% de los ingresos brutos de Moana, lo que corresponde a 10.000 millones de dólares (aproximadamente 9.700 millones de euros).
Además, solicita una orden que prohíba cualquier infracción futura de sus derechos de autor. Disney ha afirmado en ocasiones anteriores que ninguna de las personas involucradas en el desarrollo de Moana había visto los materiales del animador. El director de Moana, Ron Clements, escribió una declaración al tribunal tras la primera demanda, en la que afirmaba: «Moana no fue inspirada ni basada de ninguna manera en [Woodall] o su proyecto ‘Bucky’, del cual supe por primera vez después de que se presentó esta demanda».
Disney también presentó documentos relacionados con el origen y el desarrollo de Moana, incluidos materiales de historia y propuesta. La primera película de Moana se estrenó en 2016 y se convirtió en un éxito inmediato. Recientemente, se informó que, ocho años después de su lanzamiento, la película se ha convertido en la más vista en streaming de los últimos cinco años, acumulando más de mil millones de horas de visualización.
Por su parte, Moana 2 ha tenido un notable desempeño en taquilla y podría estar en camino de recibir una nominación al Oscar. Sin embargo, sus posibilidades de recibir galardones no parecen muy prometedoras, especialmente tras perder el Globo de Oro a la Mejor Película de Animación frente a Flow, una de las películas más destacadas del año. Esta reciente demanda podría perjudicar aún más las posibilidades del filme, ya que la Academia podría querer evitar cualquier controversia al nominarlo.
