La llegada de Donald Trump a la presidencia de Estados Unidos ha suscitado una serie de inquietudes a nivel global, especialmente en lo que respecta a su estilo de diplomacia y sus tácticas de presión. Desde antes de asumir el cargo, Trump ha manifestado una serie de declaraciones y acciones que han generado desasosiego en varios países, entre ellos Canadá y Dinamarca.
Uno de los puntos más controvertidos ha sido su insinuación de que Canadá podría beneficiarse al convertirse en el «51º estado» de Estados Unidos. Esta afirmación no solo desdibuja la soberanía canadiense, sino que también humilla a su primer ministro, Justin Trudeau, al referirse a él como el «Gobernador de Canadá». Además, Trump ha presentado un mapa que incluye a Canadá como parte de los Estados Unidos, lo que refleja una actitud de desprecio hacia las fronteras internacionales.
Asimismo, Trump ha hecho reclamaciones sobre Groenlandia, un territorio danés, argumentando que su control es crucial para la seguridad de Estados Unidos. Esta postura incluye amenazas de tomar Groenlandia por la fuerza si es necesario, lo que ha llevado a muchos a cuestionar la legitimidad de estas afirmaciones. La visita de su hijo a Groenlandia, supuestamente para explorar esta posible anexión, añade una capa adicional de inquietud a la situación.
La ambición de Trump no se limita a Groenlandia. También ha expresado su deseo de reclamar el Canal de Panamá, que fue devuelto a Panamá en 1999, argumentando que los costos de tránsito impuestos por China son inaceptables. Además, ha amenazado con imponer aranceles del 25% a las exportaciones mexicanas y canadienses, en clara violación del acuerdo de libre comercio de 1994, conocido como NAFTA.
Un enfoque agresivo en la política exterior
Las tácticas de intimidación empleadas por Trump como líder de una potencia mundial generan señales preocupantes en el ámbito internacional. Con el control del Congreso en manos de los republicanos, su confianza en sus instintos políticos y soluciones para la gobernanza interna y la política exterior parece haber aumentado. Esto sugiere que su enfoque hacia las relaciones internacionales podría volverse aún más disruptivo una vez que asuma oficialmente el cargo.
Estados Unidos, como la mayor economía del mundo y la principal potencia militar, tiene un papel preponderante en el sistema financiero internacional. Su capacidad para imponer sanciones y presionar a otros países para que se alineen con sus normas es un reflejo de su dominio. Sin embargo, esta búsqueda de expansión territorial y control sobre recursos plantea serias preocupaciones sobre las implicaciones que podría tener para el orden internacional.
La ambición de Trump de recuperar una supuesta pérdida de poder frente a otras naciones podría interpretarse como un intento de reafirmar la supremacía de Estados Unidos a nivel global. Este deseo de dominación se manifiesta a través de sus reclamaciones territoriales y su desprecio por las normas internacionales que, en teoría, defiende. La emisión de un mapa que muestra a toda América del Norte, incluida Groenlandia, como parte de Estados Unidos, es un claro ejemplo de esta agresión cartográfica.
La reacción de Europa ante estas reclamaciones territoriales ha sido notablemente cautelosa. La dependencia de Europa de Estados Unidos para su seguridad limita su capacidad de respuesta ante estas provocaciones. Las declaraciones de líderes europeos han sido evasivas y carecen de una condena clara hacia las acciones de Trump. Esto pone de manifiesto la debilidad geopolítica de Europa y su incapacidad para hacer frente a un aliado que, en ocasiones, actúa como un adversario.
La falta de una respuesta contundente por parte de la Unión Europea ante las reclamaciones de Trump sobre Groenlandia, un territorio danés, contrasta con su postura firme respecto a la invasión rusa de Ucrania. Esta disparidad revela la fragilidad de la posición europea en el escenario internacional y su dificultad para manejar una relación complicada con una potencia que, a pesar de ser aliada, también puede ser una fuente de tensión.