El ex presidente boliviano Evo Morales ha denunciado lo que califica como una campaña de persecución política por parte de sus rivales, tras la emisión de una orden de arresto en su contra. Morales, quien se convirtió en el primer presidente indígena de Bolivia en 2006, enfrenta acusaciones graves relacionadas con un caso de abuso sexual a una menor, un delito considerado violación en el país andino.
La orden de arresto fue emitida el pasado sábado por el juez Nelson Rocabado, quien declaró que Morales había eludido comparecer en dos audiencias sobre su posible detención preventiva. Además, se ha congelado sus activos y se le ha prohibido salir del país. Morales ha descalificado las acusaciones, argumentando que el sistema judicial boliviano está sesgado y que la decisión del juez responde a intereses políticos, señalando que Rocabado fue nombrado durante la administración de su rival, el actual presidente Luis Arce.
Contexto político y social
En sus declaraciones, Morales ha utilizado las redes sociales para expresar su indignación, afirmando que sus acusadores no buscan justicia, sino eliminarlo de la contienda electoral programada para agosto de 2025. Según el ex presidente, la justicia en Bolivia es «subordinada» y «no respeta el debido proceso», lo que pone en tela de juicio la independencia del poder judicial en el país.
Morales, que actualmente reside en la provincia de Chapare, donde mantiene un fuerte apoyo popular, ha sido una figura polarizadora desde que dejó el cargo en 2019, tras una crisis política que incluyó acusaciones de fraude electoral. Regresó a Bolivia en 2020, tras la victoria de Arce, pero su relación con el actual mandatario se ha deteriorado, convirtiéndose en una rivalidad dentro del Movimiento al Socialismo (MAS), el partido que ambos fundaron.
Las acusaciones contra Morales no son nuevas. En octubre de 2024, se le imputó el delito de «violación agravada con trata de personas». En noviembre del mismo año, el ex presidente afirmó haber sido víctima de un intento de asesinato, tras un ataque a su vehículo, aunque el gobierno desmintió estas afirmaciones, sugiriendo que se trataba de un montaje.
La situación actual de Morales refleja las tensiones políticas en Bolivia, donde las luchas de poder y las acusaciones de corrupción y abuso de poder son moneda corriente. La comunidad internacional observa con atención el desarrollo de este caso, que podría tener repercusiones significativas en el panorama político boliviano y en la estabilidad del gobierno actual.
