El presidente de Estados Unidos, Joe Biden, se despide de su mandato dejando tras de sí un legado económico que, a simple vista, podría parecer positivo. La tasa de desempleo ha disminuido considerablemente, el producto interior bruto (PIB) ha crecido y el consumo se mantiene robusto. Sin embargo, este panorama se ve empañado por un problema persistente: la inflación, que ha afectado gravemente a los hogares, especialmente a aquellos con menores ingresos.
A pesar del crecimiento económico, la carga inflacionaria ha eclipsado las mejoras que se han producido bajo su gestión. Aunque la inflación ha mostrado señales de desaceleración desde su pico en 2022, sigue siendo percibida como la mayor preocupación por parte de consumidores, inversores y empresarios. Mark Zandi, economista jefe de Moody’s Analytics, destaca que Biden ha heredado una economía devastada por la pandemia y la ha dejado en una situación mucho más favorable, aunque con importantes “manchas” en la percepción pública.
La influencia de la inflación en la percepción económica
La inflación acumulada durante el mandato de Biden ha alcanzado el 21%, en comparación con menos del 8% durante la administración de Donald Trump. Este dato resalta la preocupación de muchos estadounidenses, que se sienten «estafados» a pesar de un crecimiento real del 11% en la economía bajo Biden, en comparación con el 8,6% durante Trump.
A pesar de un aumento del 19% en los salarios promedio, este incremento no ha logrado igualar el ritmo de la inflación, lo que ha llevado a una disminución del 6% en la confianza del consumidor desde que Biden asumió el cargo. La percepción negativa se intensifica al observar que, mientras el patrimonio neto de los hogares ha crecido significativamente, la propiedad de viviendas se ha vuelto cada vez más inaccesible debido al aumento de los precios y las tasas de interés hipotecarias.
El crecimiento del patrimonio de los hogares ha sido impulsado por un aumento vertiginoso, aunque volátil, en los precios de las acciones y en el valor de los bienes raíces. Sin embargo, esta riqueza se ha concentrado en un pequeño porcentaje de la población, lo que acentúa la desigualdad económica. Actualmente, el 30,8% de la riqueza neta está en manos del 1% más rico, la cifra más alta en tres años, mientras que el 50% de los ingresos más bajos controla solo el 1% de la riqueza del mercado de valores.
Los economistas coinciden en que varios factores han contribuido a la inflación actual, incluyendo desajustes de oferta y demanda generados por la pandemia y una respuesta fiscal y monetaria que, aunque necesaria en su momento, ha exacerbado el problema al inyectar excesivo dinero en la economía. Biden lanzó un ambicioso plan de estímulo fiscal de 1,9 billones de dólares, conocido como el American Rescue Plan, y la Inflation Reduction Act de 2022, medidas que, aunque criticadas, buscan fomentar la infraestructura y la sostenibilidad a largo plazo.
A pesar de los desafíos, muchos analistas consideran que la economía estadounidense sigue siendo robusta. Jerome Powell, presidente de la Reserva Federal, ha reconocido que a pesar de las dificultades, la economía de Estados Unidos es un ejemplo en comparación con otros países que enfrentan un crecimiento más lento y luchan con la inflación.
Al abandonar la Casa Blanca, Biden deja tras de sí un conjunto de interrogantes sobre las decisiones que podrían haberse tomado para mejorar la situación económica actual, en un contexto donde, a pesar de los problemas, la economía ha mostrado una capacidad de recuperación notable. Con un legado complejo, la historia juzgará esta fase económica como un periodo digno de análisis en futuras crisis.