Recientemente, Estados Unidos ha vivido otra agotadora temporada electoral, que ha puesto de manifiesto la profunda polarización que caracteriza a la sociedad estadounidense. Este fenómeno no solo afecta a la política, sino que repercute en la vida cotidiana de los ciudadanos, quienes enfrentan una creciente dificultad para compartir momentos con familiares y amigos que sostienen posturas políticas diferentes.
Un ejemplo alarmante de esta situación son los intentos de asesinato sufridos por el expresidente Donald Trump durante la campaña electoral de 2024, así como las amenazas que han recibido numerosos jueces y funcionarios públicos. La violencia ha permeado el proceso electoral, con incidentes como la quema de urnas, lo que representa un ataque directo a la democracia. Este clima de tensión ha llevado a muchos estadounidenses a evitar interacciones con aquellos que no comparten sus opiniones políticas, especialmente en reuniones familiares durante las festividades.
Iniciativas para reducir la polarización
Ante esta crisis de convivencia, investigadores como Samantha Moore-Berg y su equipo han estado explorando estrategias para contrarrestar la toxicidad de la polarización. Una de las metodologías más prometedoras consiste en corregir las asunciones incorrectas que las personas tienen sobre cómo es percibida su postura por quienes pertenecen al «otro lado» político.
En 2021, la citada investigadora y su equipo produjeron un video basado en entrevistas a más de 1.200 estadounidenses de diferentes espectros políticos. Este material mostró cómo los participantes se dieron cuenta, en tiempo real, de que sus creencias sobre la animosidad de sus contrapartes eran, en gran medida, erróneas. Por ejemplo, muchos se sorprendieron al descubrir que compartían más puntos de vista en cuestiones clave, como la inmigración, de lo que habían asumido previamente.
La colaboración en este proyecto con Beyond Conflict, una organización sin fines de lucro dedicada a la resolución de conflictos, y el cineasta Wayne Price, potenció el impacto del mensaje, utilizando datos de estudios previos que destacaban cómo demócratas y republicanos tienden a deshumanizarse mutuamente, a pesar de que sus desacuerdos sobre políticas son menos significativos de lo que se cree.
El impacto de esta intervención fue evaluado por investigadores de Stanford en un estudio de gran escala que incluyó encuestas a aproximadamente 32.000 personas. Los resultados revelaron que el video se encontraba entre las tres estrategias más efectivas para reducir la animosidad partidista y las actitudes antidemocráticas. Los participantes que vieron el video desarrollaron una percepción más positiva hacia sus oponentes políticos y hacia la democracia en general.
En un contexto en el que la división política alcanza niveles alarmantes y la propia democracia estadounidense se percibe en peligro, esta investigación sugiere que simples correcciones en la manera en que nos percibimos mutuamente pueden generar un cambio significativo.
Sin embargo, los autores advierten que su video no es una solución definitiva. Quedan preguntas abiertas sobre si estas intervenciones pueden tener efectos duraderos y si la reducción de la polarización entre la población es suficiente ante las amenazas que provienen de las élites que buscan sembrar la división. Aún así, la esperanza es que sus esfuerzos sirvan de inspiración para desarrollar más herramientas que ayuden a construir puentes y a proteger la democracia.
