En el contexto de la gobernanza en África, Nigeria se erige como un ejemplo paradigmático de la coexistencia entre modelos tradicionales y estructuras políticas modernas. A pesar de haber adoptado en las últimas décadas sistemas de gobernanza inspirados en Occidente, el país ha sabido fortalecer sus modelos de liderazgo tradicionales, que han perdurado desde épocas precoloniales.
La influencia de los líderes tradicionales
La autoridad de los líderes tradicionales en Nigeria sigue siendo notablemente fuerte, incluso en un sistema democrático. Según un estudio de Afrobarometer, el 55% de los nigerianos considera que la opinión de estos líderes es importante, tanto en áreas urbanas como rurales. Este respaldo se traduce en un papel activo en la resolución de conflictos y en la representación de los intereses comunitarios, a menudo en colaboración con el gobierno central.
Durante las elecciones, el apoyo de los líderes tradicionales puede ser decisivo. En las elecciones generales de 2019, el entonces presidente Muhammadu Buhari buscó la aprobación de estos líderes, lo que le permitió obtener un amplio respaldo en estados del norte del país. Por otro lado, su competidor, Atiku Abubakar, también intentó capitalizar el apoyo de figuras tradicionales, lo que demuestra la relevancia de estos actores en la política nigeriana.
El sistema electoral de Nigeria, que requiere que un candidato obtenga una mayoría simple y más del 25% de los votos en al menos dos tercios de los estados, otorga a los líderes tradicionales y a los gobernadores un papel crucial en el proceso electoral. La expansión de los poderes de estos líderes en varios estados ha fortalecido su lealtad hacia las autoridades locales, lo que se ha traducido en victorias electorales consistentes para el partido en el poder en diversas ocasiones.
Además de su papel en la política, los líderes tradicionales actúan como mediadores en conflictos. La Constitución de 1999 les otorga poderes consultivos y la capacidad de participar en procesos de toma de decisiones a nivel local y nacional. Su influencia se ha demostrado en la resolución de crisis intercomunitarias, como la que ocurrió entre los grupos Yoruba de Ife y Modakeke, donde la intervención de un líder tradicional logró poner fin a un conflicto que duró más de un siglo.
En respuesta a las protestas masivas en Nigeria en 2024, el gobierno central recurrió a los líderes tradicionales para facilitar el diálogo con la población, evidenciando su papel como intermediarios en momentos de tensión social. Como señala Abubakar Shuaibu, asistente del gobernador del estado de Gombe, estos líderes son más efectivos que los sistemas formales en la resolución de conflictos, especialmente en las regiones norte y sur del país.
A pesar de su función primordial de preservar valores conservadores, los líderes tradicionales también participan activamente en la vida moderna. Su influencia se extiende a iniciativas de salud y educación, como se evidenció en la campaña de vacunación contra la polio, donde el Sultan Sa’ad Abubakar III desempeñó un papel clave en la sensibilización de la población sobre la importancia de la vacunación.
La historia política de Nigeria revela que las instituciones tradicionales se formaron mucho antes de la colonización europea. Las tres principales etnias del país —Hausa-Fulani, Yoruba e Igbo— mantenían una autonomía relativa, lo que se vio alterado por la llegada de los británicos y la implementación de un sistema de gobierno indirecto que aprovechaba la autoridad de los líderes tradicionales para servir a los intereses coloniales. A pesar de los esfuerzos por marginalizar estas estructuras de poder tras la independencia en 1960, los líderes tradicionales han mantenido su relevancia en la política contemporánea, influyendo en el comportamiento electoral y en los resultados de las elecciones.
Hoy en día, la legislación nigeriana incorpora no solo el derecho común inglés, sino también el derecho tradicional y la ley islámica, que se aplica en los estados del norte. La participación de los líderes tradicionales en el panorama político del país sigue siendo una característica definitoria de la Nigeria moderna, donde su opinión es respetada tanto por la población como por los funcionarios electos.
