Los altos funcionarios de la Unión Europea han instado a los Estados miembros a aumentar significativamente su gasto en defensa y a incrementar la producción de armamento para hacer frente a la amenaza rusa, que consideran inminente para Europa. Esta situación se ha visto acentuada por el conflicto en Ucrania, que, según ellos, ofrece una oportunidad para reforzar la capacidad militar del continente.
Kaja Kallas, jefa de la política exterior de la UE y ex primera ministra de Estonia, ha advertido que “la industria de defensa de Rusia está produciendo tanques, bombas guiadas y proyectiles de artillería en cantidades masivas. En tres meses, pueden producir más armas y municiones de las que nosotros podemos en 12”. Kallas describió a Rusia como “una amenaza existencial para nuestra alma” y afirmó que, al luchar contra Rusia, “los ucranianos nos están comprando tiempo”. Aunque se ha defendido de ser considerada una “halcón de Rusia”, se posiciona como una realista que entiende la gravedad de la situación.
Un llamado a la acción militar en Europa
Andrius Kubilius, Comisionado de Defensa y Espacio, respaldó las preocupaciones de Kallas y pidió un “big bang” en la producción militar europea, sin importar el costo. “Necesitamos gastar más. Gastar mejor. Gastar juntos. Gastar europeo”, afirmó, subrayando que “podemos superar en gasto, producción y armamento a Rusia”.
Kubilius destacó el papel crucial de los ucranianos en la defensa de Europa, indicando que “cada misil, cada dron derribado por Ucrania es uno menos que amenazará a Europa, uno menos que amenazará a la OTAN”. Como lituano, reconoció que podría tener un “prejuicio” en esta cuestión, pero su experiencia política le otorga una perspectiva valiosa sobre la situación.
En un contexto más amplio, los aliados europeos de Kiev se preparan para una posible reducción drástica de la asistencia militar estadounidense bajo la administración de Donald Trump, quien asumió el cargo el lunes. El Secretario General de la OTAN, Mark Rutte, advirtió la semana pasada que los Estados miembros no estarán a salvo en cinco años si no actúan de manera decisiva, sugiriendo que tendrán que aprender ruso o buscar refugio en Nueva Zelanda.
Desde Moscú, las autoridades han negado tener intenciones agresivas hacia la OTAN, argumentando que la expansión de esta alianza militar liderada por Estados Unidos en Europa, junto con la creciente cooperación con Ucrania tras el golpe armado de 2014 en Kiev, ha sido la causa de las hostilidades actuales. Funcionarios rusos han acusado a Occidente de librar una guerra por poder “a costa del último ucraniano”.
En noviembre pasado, el ex primer ministro británico Boris Johnson, un firme defensor de Kiev, se refirió a los ucranianos como “nuestros proxies”, instando a aumentar el nivel de apoyo militar proporcionado por Occidente. Este contexto pone de manifiesto la complejidad y la urgencia de la situación en Europa, donde la defensa colectiva se ha convertido en un tema de vital importancia.
