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Las mujeres en los asilos estatales de Países Bajos: ¿castigo o refugio?

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enero 28, 2025

Entre 1886 y 1934, más de mil mujeres fueron ingresadas en un asilo estatal en los Países Bajos, un lugar destinado a vagabundos, mendigos y personas con problemas de alcoholismo. Este asilo surgió como respuesta a la percepción de que había personas demasiado «perezosas» para trabajar. La investigadora Marian Weevers, candidata a doctora en la Universidad de Leiden, ha explorado la vida de estas mujeres y las circunstancias que las llevaron a ser internadas.

Los asilos estatales tenían su origen en las colonias de mendigos, como ha descrito la autora Suzanna Jansen en su exitosa obra Het Pauperparadijs. A partir de 1886, la situación cambió drásticamente: el Estado dejó de asumir la responsabilidad del cuidado de los pobres, argumentando que su principal función era mantener el orden público y la seguridad, que se consideraban amenazados por la presencia de vagabundos.

El último recurso de las mujeres

La investigación de Weevers revela que un número significativo de mujeres que vivían en el asilo eran ancianas y enfermas. Muchas de ellas padecían discapacidades físicas, como ceguera parcial o problemas de movilidad, y la mayoría superaba los 50 años. Esto plantea interrogantes sobre por qué estas mujeres, que cumplían con el requisito de ser capaces de trabajar, fueron internadas en un lugar destinado a la rehabilitación laboral.

Weevers sugiere que, a lo largo del tiempo, se rumoreaba que algunas personas intentaban activamente ser ingresadas en estos asilos. Su estudio se centra en el caso de las mujeres, un ámbito que había sido poco explorado en investigaciones anteriores que generalmente se habían centrado en hombres. En sus análisis, Weevers encontró que algunas cortes condenaban a mujeres a asilos de manera sorprendentemente regular, lo que indica una posible intención de las propias mujeres de trasladarse a estos lugares.

Documentos adicionales corroboran la hipótesis de que muchas mujeres solicitaban explícitamente ser enviadas al asilo. La duración de la condena en estos lugares era extensa, oscilando entre un mínimo de tres meses y un máximo de tres años, con el fin de «mejorar» su comportamiento.

Previo a su salida del asilo, las mujeres eran atendidas por el Comité de Damas de la Sociedad Holandesa para la Mejora Moral de los Presos, que buscaba ayudarles a reintegrarse en la sociedad. Sin embargo, a pesar de las buenas intenciones, los esfuerzos del comité rara vez lograban resultados duraderos. Weevers destaca que una de las mujeres internadas llegó a expresar que, a pesar de su arduo trabajo, no podría encontrar un lugar mejor que el asilo, lo que sugiere que este espacio funcionaba más como un refugio que como un castigo.

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